«Madres Paralelas»: Con la miel en los labios

El título de esta crítica, consensuada por los dos responsables de este blog, es la sensación que nos ha dejado la última película dirigida por Pedro Almodóvar. Madres Paralelas nos ha dejado con un cierto grado de insatisfacción. Matizamos que no es que no nos haya gustado sino que nos esperábamos algo más, ya que estamos acostumbrados a disfrutar de cada filme que el cineasta manchego realiza. La pletórica sensación al salir de ver su anterior película, Dolor y Gloria (2019) no la hemos sentido aquí. Consideramos que Madres Paralelas tiene muchas luces pero sombras que, en este caso, lastran el conjunto.

La mezcla de dos temas de peso, como son la maternidad y la memoria histórica, no nos parece desacertada, ya que el guión hila fino para que ambos estén siempre conectados. Además, el segundo tema mencionado está planteado al comienzo y resuelto al final con gran maestría visual y sentimental ya que, un sentimiento, el de los presentes en la poderosa última escena, nos ha llegado mucho, pero, y esto no es negativo, al salir nos planteamos: ¿Por qué, con lo avanzado que ha sido Almodóvar rompiendo tabúes, como demostró en, por ejemplo, Entre Tinieblas (1983) o La Ley del Deseo (1987), trata este tema ahora y no lo ha hecho antes? No esperamos que nadie nos responda pero esa cuestión pesó mucho tiempo en nuestras cabezas. A pesar de ello, esta parte del filme, con las impecables actuaciones de la veterana chica Almodóvar Julieta Serrano, junto a Arantxa Aranguren, Paula Soldevila o Adelfa Calvo, tiene gran potencia.

El guión, escrito, como es habitual, por el premiado director tiene, aciertos y agujeros. El tema de la maternidad está planteado correctamente, con tres mujeres que afrontan y exponen su manera de encarar esa nueva situación de sus vidas (dos desde su más inmediato presente y otra recordando), y un error que añade suspense al tramo central de la película, con cierta previsibilidad en su desarrollo, también hay que decirlo. La primera mujer es Janis interpretada por una Penélope Cruz correcta aunque consideramos que con Almodóvar ha tenido personajes más potentes, como el de la espléndida Volver (2006) y, en su carrera, no podemos olvidar la desesperada madre que encarnó en Todos lo saben (Asghar Farhadi, 2018). Su personaje tiene una firme postura ideológica y los acontecimientos en su vida consideramos que son de tal calibre que plantea dos situaciones que no las vemos muy coherentes: una se refiere a cómo se desarrolla su relación con el personaje de Milena Smit. Confesamos que, aunque sospechábamos algo, cuando se consuma, nos quedamos algo desconcertados, porque no había ningún indicio que nos lo preparase para servírnoslo en bandeja (Nos expresamos de la mejor manera posible para evitar spoilers). La otra es, una vez resuelto el tema central, la actitud de Janis y cómo actúa, algo que también nos descolocó y eso que estamos acostumbrados a las sorpresas en el cine del galardonado director.

Con respecto a las interpretaciones, destacamos también a las otras dos mujeres centrales de la historia: la interpretada por Milena Smit, con un lastrante pasado personal y familiar, donde juegan un papel fundamental sus padres, una sofisticada Aitana Sánchez-Gijón (la tercera mujer a la que nos referimos), que ya tenía que haber trabajado con Almodóvar hace mucho tiempo, y que representa la maternidad como una carga que asume pero anteponendo a ella su realización profesional como actriz teatral. Precisamente con este personaje Almodóvar vuelve a acertar homenajeando al arte de la musa Talía y menciona dos obras en concreto nada al azar: Doña Rosita, la soltera de Federico García Lorca, título y autor con el que hace un guiño evidente a los dos temas centrales de la película ya mencionados, y Largo viaje del día hacia la noche de Eugene O’ Neill, con la que en el autor hacía un retrato de su desestructurada familia, otro tema capital en la película. Es curioso el juego que hace entre realidad y ficción ya que el personaje de Sánchez-Gijón menciona que fue una actriz tardía cuando, en la vida real, la gran intérprete debutó siendo adolescente. Otra curiosidad es el hecho de que el padre del personaje de Smit lo interpreta Pedro Casablanc pero no se le verá, sólo se le escucha por teléfono, un posible guiño a La Voz Humana, el monólogo de Jean Cocteau que sirvió de base para el cortometraje en el que Almodóvar hizo su primera incursión en inglés, con Tilda Swinton de protagonista, el año pasado.

A nivel interpretativo Rossy de Palma hace un entrañable personaje lleno de comprensión y, como vemos al final, también de dolor. Israel Elejalde, por su parte, cumple con su cometido.

A nivel técnico, se puede ver de manera clara que la película lleva el sello de Almodóvar con planos que recuerdan a otros filmes de su carrera y habituales compañeros de viaje: José Luis Alcaine como director de fotografía, Teresa Font en el montaje y Alberto Iglesias componiendo una música que fuciona en momentos clave de una manera muy eficaz.

El vestuario, para ser fieles al espíritu de este blog, lo hemos observado con detalle y nos ha llamado la atención la sobriedad del vestuario de Penélope Cruz que, dada la profesión del personaje (fotógrafa de revistas de prestigio) podría ser más vistoso, en contraste con el más sofisticado de Rossy de Palma y Aitana Sánchez-Gijón, que sí ejemplifican sus posiciones laborales y vitales.

Esa sobriedad mencionada en el vestuario no es impedimento para que famosas marcas aparezcan, como es el caso de Miu Miu, marca de la parte de arriba del chándal de Milena Smit, o la camiseta con directo mensaje feminista blanca con letras negras que lleva Penélope Cruz, creada por Maria Grazia Chiuri para Dior, de la que es la actual directora creativa. En una sesión de fotos se pueden ver complementos de Louis Vouitton o Chanel y, a lo largo de la película, prendas de Palomo Spain, Pertegaz, Zara, Levis, Prada, Missoni o Ecoalf.

En resumen, consideramos Madres Paralelas un filme lleno de buenas intenciones y marca de la casa pero que Almodóvar no ha sabido confeccionar en su desarrollo como nos tiene (mal) acostumbrados.