«La Máquina de Turing»: Héroe y perseguido

La Historia está llena de héroes, unos aclamados, otros en la sombra, y luego están los que, a pesar de sus méritos, la sociedad en la que vivieron no los tuvieron en cuenta. Ese fue el caso del matemático e informático británico Alan Turing (1912-1954). Sus logros no sólo mejoraron la ciencia notablemente sino que, gracias a conseguir descifrar los códigos de los mensajes alemanes precipitó la derrota de estos en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el ser homosexual hizo que fuese traicionado, procesado y murió en la cárcel.

La figura de Turing ha despertado mucho interés por todo lo mencionado antes, siendo el centro de libros, películas, como la magnífica The Imitation Game (Descifrando Enigma) estrenada en 2014 y dirigida por Morten Tyldum, con Benedict Cumberbatch dando vida a Turing y acompañado por Keira Knightley, Matthew Goode y Charles Dance entre otros. A mediados de los ochenta se estrenó una obra de teatro en Gran Bretaña, Breaking the Code de Hugh Whitemore y hace tres años el actor y autor francés Benoît Solès estreno la premiada La Máquina de Turing. Esta última es la que hemos podido ver gracias a la extensa gira que está realizando.

El montaje, que ha recalado en el Teatro Calixto Sánchez de Mairena del Alcor (Sevilla), auspiciado por Producciones Teatrales Contemporáneas y dirigido por Claudio Tolcachir, es un recorrido por los pasajes más destacados de la vida de Turing que incluyen sus logros, traumas y el proceso que causó su caída. Todo ello se cuenta con constantes saltos en el tiempo, por lo que la dramaturgia exige al espectador estar atento y, tanto la escenografía y vídeos de Emilio Valenzuela como la iluminación de Juan Gómez Cornejo ayudan mucho en el viaje que la obra propone, con una importante presencia de Blancanieves y su manzana envenenada.

Daniel Grao y Carlos Serrano, los protagonistas de «La Máquina de Turing». Foto: @javier_naval_studio_photo

Además, el intenso duelo interpretativo que se presencia sobre las tablas, es una razón de peso para ver esta obra. Daniel Grao, el carismático HIT televisivo, da vida a Turing con matices vocales y gestuales que transmiten la personalidad del genio británico, desde su inteligencia abrumadora hasta su delicadeza y vulnerabilidad. Grao ha obtenido el Fotogramas de Plata por su interpretación en esta obra, con toda justicia. Anteriormente habíamos visto a Grao en el teatro en dos montajes espectaculares: La Avería, dirigido por Blanca Portillo y La piedra oscura de Alberto Conejero dirigido por Pablo Messiez. El actor repite con Tolcachir tras Emilia y está perfectamente apoyado por un variable Carlos Serrano, entiéndase este calificativo referido a que interpreta a varios personajes en la función. Da el do de pecho en todos y cada uno de ellos y demuestra tener con Grao mucha complicidad. A Serrano es la primera vez que nosotros le vemos en teatro aunque ya lo conocíamos mucho por sus personajes televisivos, sobre todo por el malvado Fernando Mesía de El secreto de Puente Viejo, o Presunto Culpable y nos consta que sobre las tablas también se mueve con gran soltura, tanto en prosa (El loco de los balcones de Vargas Llosa junto a José Sacristán) como en el verso tras su paso por la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico y su participación en La villana de Getafe y Fuenteovejuna, ambas de Lope de Vega. Tolcachir no descuida ninguna escena y demuestra su saber hacer como director teatral, del que sabíamos mucho gracias al portentoso montaje que hizo de Todos eran mis hijos de Arthur Miller o Tierra de Fuego de Mario Diament.

Montaje dinámico y breve, (no llega a hora y cuarto), pero intenso gracias a la labor de Grao y Serrano, que han puesto sobre el tapete con esta obra la importancia de Alan Turing y la injusticia que se cometió con él