Alberto Berzal: «La cercanía de piel con los compañeros se transmite desde el escenario”

La constancia, la fuerza, la valentía y la profesionalidad son cuatro cualidades que reúnen muchos actores. Uno de ellos es sin duda Alberto Berzal. Nacido en San Sebastián en 1970 estudió periodismo en Estados Unidos y luego decidió dedicarse a la interpretación entrando a formarse en el Laboratorio William Layton. Se ha forjado una carrera en los escenarios que abarca de todo, desde autores clásicos a modernos y su compromiso con la profesión es innegable. De la mano de maestros como José Carlos Plaza, Miguel Narros o Lluís Pasqual ha participado en grandes montajes, como los cinco que estrenó en el Festival de Mérida, adaptaciones teatrales de novelas, un díptico monumental de William Shakespeare o una de las obras clave de Valle-Inclán. Además su inquietud le ha llevado formar un grupo junto a amigos formados junto con él para producir y poner en pie textos que no han dejado indiferente al público. En el sector audiovisual tampoco ha pasado desapercibido y ha participado en varias series muy reconocidas. De todo esto y más ha hablado este gran actor en todos los sentidos para La Cultura está de Moda. Pasen y lean.

Foto: @miguelzaragozaa

Alejandro Reche Selas: Su actualidad profesional abarca teatro pero también televisión. Centrándonos en este ámbito ha participado en Kosta que se emite en Orange TV, con un equipo finlandés ¿Cómo ha sido la experiencia?

Alberto Berzal: Tuve unas sesiones al principio de este año. La directora era muy simpática. Siempre trabajar con personas de otros países es un extra porque te fijas en la manera que tienen de realizar el trabajo. Tiene el aliciente de Fran Perea, con el que he trabajado en teatro y es amigo. Gran parte del equipo era finlandés, como la directora que he mencionado. Se rodaba en inglés. Entre ellos en su idioma y luego traducían, por lo que había mezcla de lenguas a veces. Dio lugar a situaciones divertidas porque el finlandés es un idioma que no nos suena tanto en comparación con otros como el francés, el italiano, el portugués e incluso el alemán que no es tan próximo al español, pero el finlandés era más extraño y había esa duda de saber si habíamos hecho bien la toma por ejemplo. Se rodó en su mayor parte en Fuengirola y Torremolinos. Me sorprendió saber que en Málaga había una numerosa población finlandesa. Todo te sirve para aprender de otras culturas.

A.R.S.: La temporada pasada participó en el éxito televisivo que fue La Caza. Monteperdido, donde el paisaje tenía mucho protagonismo…

A.B.: Sí. Fue una experiencia fantástica. Rodamos en Benasque durante mes y medio. Era un lugar espectacular. En el equipo había gente con la que ya había trabajado, como Megan Montaner. A otros actores no los conocía pero hicimos muy buen equipo y el estar rodando tanto tiempo en un mismo sitio hizo que nos uniésemos más. Es diferente en comparación con un rodaje en Madrid. Normalmente allí cada uno rueda y se va a su casa pero en este caso muchos estábamos hospedados en el mismo hotel y quedábamos para almorzar o cenar a menudo, tanto con el elenco de actores como con los miembros del equipo técnico. Se hicieron muy buenas migas y eso repercutió positivamente en el resultado final. Disfrutar de tiempo con los compañeros es un plus en los rodajes. Creo que la calidad del elenco era excepcional, así como la de los guiones, además de la belleza de los paisajes naturales.

A.R.S.: Esta serie se engloba en un género que es el thriller en el que hay muchos sospechosos para ser el culpable de un delito, en este caso el secuestro de dos niñas….

A.B.: Claro. Aquí se jugaba con que la acción se desarrollaba en un pueblo muy cerrado, donde todo el mundo se conoce y en el que cualquiera puede ser culpable. Eso hace que todas las pistas que se van dando a lo largo de los capítulos creen en el espectador la duda. Lógicamente a medida que la historia avanza se van descartando algunas personas pero hasta el final se mantiene la incertidumbre de quién es el secuestrador.

A.R.S.: Tengo una curiosidad ¿sabían sus compañeros y usted la identidad del asesino o los guionistas lo hicieron de tal manera que podía ser cualquiera?

A.B.: Yo particularmente no lo supe desde el principio pero al poco tiempo de comenzar a rodar ya lo sabíamos todos. Como tenemos que avanzar en las secuencias a veces sabíamos el contenido de los guiones de varios episodios. Un actor debe de tener información para abordar y preparar las secuencias, y saber si uno es culpable o no condiciona tu manera de interpretar. Es un factor que hace que varíe mucho.

A.R.S.: Usted tiene una extensa experiencia en series muy diferentes: Isabel, Víctor Ros, Cuéntame cómo pasó o Pulsaciones. Esa variedad de géneros de estas y otras series en las que ha participado ¿considera que le ha enriquecido como actor?

A.B.: Sí, todo suma. He hecho personajes de época, malos, por denominarlos de alguna manera, como un policía corrupto y asesino, otros más románticos, sospechosos de ser culpable como en la serie a la que nos hemos referido antes más extensamente y le puedo decir que he participado en la segunda temporada de Madres para Amazon Prime y que se emitirá próximamente.

El actor en «Víctor Ros»

A.R.S.: Ya pasando al apartado teatral, donde tiene una trayectoria aún más larga y con unos títulos impresionantes…

A.B.: La verdad es que he tenido la suerte de trabajar con muy buenos equipos, directores, productores, miembros del apartado técnico y compañeros en escena, muy profesionales y buena gente. A eso se añade que he podido dar vida a personajes con enjundia. Cada vez que me han llamado siempre han sido buenos proyectos, al igual que cuando he producido junto con mi grupo propio.

A.R.S.: Lo más reciente en este terreno ha sido Divinas Palabras de Valle-Inclán ¿Cómo ha sido meterse en el universo de este autor?

A.B.: Es un texto que se ha montado varias veces en España. Yo considero que Valle-Inclán, junto con Federico García Lorca, es de los mejores autores del mundo, ya que es innovador y Divinas Palabras es una de sus obras cumbre, el inicio del esperpento, entremezclando una rica variedad de personajes. He tenido la suerte de interpretar a Séptimo Miau, que es uno de los grandes personajes del teatro español, dirigido por José Carlos Plaza y con compañeros como Consuelo Trujillo, María Adánez, cuyo personaje ahora lo hace María Isasi, entre muchos otros. Son personas a las que admiro y con las que tengo mucha confianza. Todo esto facilita mucho el trabajo. Con los años hemos coincidido de distintos montajes y eso ha hecho que esa cercanía de piel se transmita desde el escenario. Para mí es un orgullo estar ahí.

A.R.S.: Esta es una obra que cuenta una historia tremenda, que no deja al espectador indiferente para nada…

A.B.: Al ser una tragicomedia de aldea tiene partes más esperpénticas, que son supuestamente, entre comillas, las más divertidas y luego tiene una parte muy cruel que saca lo peor de cada personaje. En este caso están sumidos en la miseria y hacen cualquier cosa por salir de ella y traspasan cualquier límite moral. Es un reflejo de muchos asuntos que ocurren en la actualidad, por eso tiene esa vigencia, a pesar de haberse escrito hace cien años.

Berzal con sus compañeros en «Divinas Palabras». Foto: @marcosgpunto

A.R.S.: Como ha dicho trabaja en este montaje con un director con el que ha trabajado mucho, José Carlos Plaza, al igual que varios compañeros como Carlos Martínez-Abarca por ejemplo…

A.B.: Sí, coincidí con Carlos en mi segundo montaje profesional, Crimen y Castigo de Dostoievski, tras mi debut en El Avaro de Moliére. Luego coincidí con él en Yo, Claudio, en 2004, nuestro primer montaje en Mérida, y ahora en Divinas Palabras. Todos los títulos mencionados los dirigió José Carlos Plaza. También he trabajado con Carlos en La naranja mecánica y él me ha dirigido en 1984, un montaje de la novela de George Orwell que hicimos el año pasado.

A.R.S.: Se puede decir que son profesionales con los que usted ha crecido como actor y como persona…

A.B.: Claro. Además de Carlos hay otros grandes compañeros como Luis Rallo, Israel Frías, Cristina Arranz o José Luis Santar, con los que, aparte de coincidir en distintos montajes, me he formado con ellos, ya que eran compañeros de clase en el Laboratorio William Layton, además de distintos cursos y talleres, algunos de ellos impartidos por José Carlos Plaza y les conozco desde hace más de veinticinco años. Nos conocemos mucho, tenemos un lenguaje teatral parecido y nos entendemos al instante.

A.R.S.: ¿Qué tiene José Carlos Plaza para que le salgan unos montajes tan redondos?

A.B.: José Carlos Plaza ama el teatro, es su vida, y quiere mucho a los actores. Es su pasión. Vierte toda su sabiduría, su generosidad y su esfuerzo en lo que hace. Pone el teatro por delante de todo y cuando se tiene tal fuerza, además de su inteligencia y experiencia el resultado son montajes con una estructura sólida, fuerza y con todos los detalles cuidados. Yo he podido estar en muchos procesos de ensayos con él y, por ejemplo, Prometeo, la disfruté mucho como espectador, fue impresionante.

El actor encarnando su personaje en «Splendid´s» de Jean Genet, uno de sus muchos montajes a las órdenes de José Carlos Plaza

A.R.S.: Ese título no lo pude ver pero sí La Orestíada donde usted interpretaba a Egisto. Fue un montaje para caerse de espaldas, sinceramente…

A.B.: Fue una experiencia estupenda. El grupo de compañeros era maravilloso: Ana Wagener estaba impresionante, Juan Fernández, un coro genial con Pepa Gracia, Jorge Torres y Montse Peidro entre otros y era el debut allí de Ricardo Gómez y Amaia Salamanca. Todos los ingredientes que se juntaron hicieron que fuese un montaje extraordinario.

Alberto Berzal encarnando a Egisto en «La Orestíada» en Mérida

A.R.S.: Para hilar, siguiendo con el escenario donde se representó La Orestíada, usted ha pisado el Teatro Romano de Mérida en cinco ocasiones: además de la trilogía de Esquilo de la que hemos hablado, en la también mencionada Yo, Claudio, Electra, Hécuba y Medea

A.B.: Efectivamente. Me considero una persona con suerte por haber estado en ese gran escenario cinco veces. Son las peculiaridades del trabajo al que me dedico. Se han dado las cosas de tal modo para que sucediera así.

A.R.S.: Remontándonos a esa primera experiencia en Mérida, Yo, Claudio fue un gran montaje que les posibilitó visitar incluso la casa del autor…

A.B.: Sí. Tras estrenar en Mérida hicimos una gira y una de las ciudades que visitamos, Palma de Mallorca, es donde tuvo su casa Robert Graves, el autor de las dos novelas que se fusionaron para aquel montaje. Estuvimos en su despacho y vimos todas sus cosas. Esa primera experiencia en Mérida fue muy especial porque cada vez que vas allí es una fiesta del teatro, la gente va allí a disfrutar con lo que se representa y notas el apoyo y el calor del público. Estar en lugar así siempre te impresiona y acoge de igual manera. Sientes el miedo, el respeto y el cosquilleo que te da el escenario pero cuando vas de un director como José Carlos Plaza, que tiene siempre la función muy bien armada, luego estaba Héctor Alterio, sobre cuyo personaje giraba la obra y coincidí con compañeros como Luis Rallo, Israel Frías, Javier Ruiz de Alegría, Carlos Martínez-Abarca…Todo eso hace que me sintiese muy arropado. Procuro siempre disfrutar del lugar y de la experiencia teatral.

A.R.S.: Hécuba fue una de las obras que pude ver en el Teatro Lope de Vega de Sevilla y la volví a ver en el confinamiento online. Nunca la olvidaré porque menuda potencia…

A.B.: Fue una obra que estaba muy bien pensada y Concha Velasco estaba inmensa, porque es una fuerza de la naturaleza. En ocasiones se da una comunión entre el público y el elenco creándose una energía que puede llegar al público de una manera especial. Es debido a la manera en que José Carlos Plaza aborda las funciones, muy bien amarrada para que los actores podamos sacar nuestras virtudes y darle a la función lo que necesita para que no sea una función más.

A.R.S.: Medea fue la obra con la que visité el Festival de Mérida por primera vez y fue un bautismo para mí espectacular…

A.B.: Obras como Medea o las que hemos mencionado se apoyan en muy buenos textos y personajes y el lugar es espectacular por lo que entiendo lo que me dice. Los buenos equipos te facilitan el trabajo pero también es una responsabilidad porque piensas: “Si con este material no lo hago bien, mal vamos”.

A.R.S.: Estas obras están sustentadas por un equipo técnico fiel con el que José Carlos Plaza obtiene siempre muy buenos resultados, como es el caso de Pedro Moreno en el vestuario que acierta siempre…

A.B.: Totalmente. José Carlos Plaza lleva trabajando mucho tiempo con gente en la que confía ciegamente. Todos aportan a crear un sello en el resultado, como Pedro Moreno o Francisco Leal en el diseño de la iluminación. Se conocen a la perfección y el resultado siempre es bueno.

A.R.S.: En Medea por ejemplo el vestuario era una manera de dar a entender que los personajes eran extranjeros, con colores vistosos y muy distintos…

A.B.: Exacto. Es el resultado del análisis profundo del texto, del estudio de la época, con lo que se comienza a trabajar dando un toque personal a cada personaje gracias a la elección de los tejidos y los colores. El vestuario cuenta mucho sobre la procedencia del personaje, sus intenciones, lo que busca etc…

El actor caracterizado para «Medea»

A.R.S.: Gracias a José Carlos Plaza y su equipo usted y su grupo montaron True West de Sam Shepard…

A.B.: Sí. Como productores comenzamos con La naranja mecánica dirigida por Eduardo Fuentes donde estaban Israel Frías, Luis Rallo y Carlos Martínez-Abarca, luego hicimos Top Girls e Historia del zoo de Albee. Tras un tiempo sin producir se consolidó más la compañía y Luis y yo teníamos en mente desde que estudiamos juntos montar True West. Fue un texto que siempre nos llegó mucho y tras varios intentos empezamos a trabajar en él con José Carlos Plaza y en el montaje final Israel Frías y yo compartimos personaje y nos turnábamos en las funciones, junto al propio Luis Rallo, Inma Cuevas y Joaquín Abad. Se hizo con pocos medios pero mucho caudal artístico y humano ya que Mariano Díaz, Pedro Moreno y Francisco Leal participaron en la labor de poner la obra en pie. Poco a poco conseguimos que la función se viese, primero en un local de ensayos y acabamos representándola en los Teatros del Canal y fue una experiencia muy gratificante. Son de los proyectos que los haces por amor al arte.

Con Luis Rallo en la piel de los personajes de «True West»

A.R.S.: Usted fue uno de los integrantes de aquel gran díptico formado por Hamlet y La Tempestad de William Shakespeare dirigido por Lluís Pasqual que además tengo entendido que prepararon en su tierra…

A.B.: Así es. Las montamos en Bilbao, donde nos juntamos personas de muy distinta procedencia y escuelas diferentes. Allí estaban también Luis Rallo y Javier Ruiz de Alegría, junto con actores con los que no había trabajado pero que conocía. Me hizo mucha ilusión trabajar con profesionales como Eduard Fernández, Francesc Orella, Marisa Paredes, Rebeca Valls, Aitor Mazo, Iván Hermes o Anna Lizarán. Hacer dos textos de tal envergadura fue un gran reto y se conformó un buen equipo, ya que convivimos mucho tiempo, ensayando y haciendo talleres. En algunas ciudades se representaron las dos el mismo día con un tiempo de descanso, como en Madrid, Sevilla Barcelona o cuando fuimos a Colombia. Siempre lo recordaré con mucho cariño y mucho amor.

A.R.S.: Tengo entendido que el montaje de Los últimos días de Judas Iscariote fue muy especial…

A.B.: Ahí interpreté a uno de los personajes a los que tengo más cariño. Fue un proyecto que nació desde cero también. El texto lo descubrí durante un viaje a Nueva York y trabajé en la traducción. Se dio la casualidad de que en Madrid ya se había montado en la Escuela de Adan Black pero no se había mostrado en una sala mayor. El propio Adan Black la dirigió y trabajé con Luis Rallo, Inma Cuevas, Esther Ortega, Eleazar Ortiz o Israel Frías. Conformamos un buen equipo y el montaje fue creciendo poco a poco hasta llegar a representarla en el Teatro Español y nos hubiese encantado sacarlo de gira. Fue un montaje con mucha fuerza y al público le gustó mucho.

En «Los últimos días de Judas Iscariote»

A.R.S.: No puedo dejar de hablar de su carrera teatral sin hacer mención a su trabajo a las órdenes de otro maestro, Miguel Narros…

A.B.: Fue en La dama no es para la hoguera de Christopher Fry. Narros fue a la vez maestro de José Carlos Plaza. Son dos estilos distintos pero te llevan al mismo sitio. Narros era muy lúdico, trabajando con los actores a través del juego y del disfrute. No puedo decir que haya tenido malas experiencias en el teatro…

A.R.S.: Yo le considero un actor valiente porque embarcarse en obras basadas en novelas como Yo, Claudio, La naranja mecánica, Crimen y castigo o 1984 no lo hace cualquiera, por el peso cultural que tienen tanto en el terreno literario como cinematográfico…

A.B.: Lo que ocurre es que, al no ser textos teatrales de partida, la complicación inicial es saber cómo se arma la función. Las versiones con las que he trabajado eran muy buenas y los personajes ya de por sí trascienden en el tiempo porque tienen mucho peso, caras y variaciones. Algunos tienen un arco estupendo. Son retos como actor pero para eso estamos. Si es fácil, no lo hacemos. En el caso de 1984 era un personaje duro y la historia era dura de por sí.

El actor donostiarra en «1984»

A.R.S.: Para acabar a la manera tradicional la entrevista ¿me podría describir su estilo a la hora de vestir?

A.B.: Siempre busco la sencillez y la comodidad, aunque intento ir bien vestido a los eventos. Los colores que uso son básicos. Uso mucho las camisetas, las gorras, los vaqueros y los pantalones cortos. No tengo marcas preferidas.

Alberto Berzal elegantemente vestido en la presentación de «La Caza. Monteperdido»

María Isasi: «Cada montaje teatral ha sido una oportunidad para aprender e ir un poco más allá»

Hay personas, independientemente de su profesión, que te llegan de una manera muy especial. Una de las cosas más bonitas que se puede escuchar es a una persona hablando con un amor inmenso sobre sus padres. María Isasi es un ejemplo de amor a la interpretación el cual le viene de cuna. Su padre era el  director internacional Antonio Isasi-Isasmendi y su madre es la actriz más elegante de este país, Marisa Paredes. María Isasi se ha labrado una exitosa carrera propia, tanto en teatro como en cine y en televisión, terrenos en los que tiene novedades. De su trayectoria y estos proyectos inminentes habla para La Cultura está de Moda con un amor y orgullo a sus raíces que es una delicia entrevistarla, ya que conoce su profesión a la perfección.  Pasen y lean.

Foto: @sofiatorroja

Alejandro Reche Selas: ¿Qué nos puede contar de la serie en la que participa y que se emitirá en Televisión Española?

María Isasi: Se llama Historias de Alcafrán. La dirige Moisés Ramos y la coproduce José Mota. El guionista es Ladrón de Guevara, el mismo de Cuéntame cómo pasó. La hemos rodado en un pueblo de la sierra de Madrid, Cabanillas de la Sierra, y el ser un escenario natural ha sido un factor muy favorable. Es una historia muy nuestra que trata el tema de la España vaciada. Interpreto el personaje de Marina, la alcaldesa, una mujer separada con dos hijas y que ha llegado a la alcaldía porque los anteriores a ella en el cargo han pecado de corrupción. Es alegre, vitalista y con ganas de tener un pueblo en el que todos estén a gusto, algo que no le será fácil. Ha sido un rodaje maravilloso porque he coincidido con actores a los que admiro mucho que tienen categoría y renombre para mí como es el caso de Álex Gadea, Agustín Jiménez, Luis Miguel Seguí, Marisol Membrillo o Amparo Moreno. Hemos hecho entre todos una familia. La historia que se cuenta es muy bonita y trata temas de actualidad. Tenemos muchas ganas de que funcione bien, ya que se ha hecho con mucho cariño, alegría y corazón. Estoy muy contenta con el resultado y es una apuesta fuerte.

A.R.S.: Leí que estaban buscando extras para una película en cuyo reparto está usted junto con Yon González, María Alfonsa Rosso, Luis Callejo, Aaron Piper y Marián Álvarez entre otros ¿me puede dar detalles de este proyecto?

M.I.: Sí, se trata de Érase una vez Euskadi. Para mí esta película es muy importante en mi vida porque el director, Manu Gómez, es familia para mí. Es su primer largometraje aunque cuenta ya con sobrada experiencia y, cuando la escribió, él tenía claro que quería que yo participase en él, y yo quería estar fuese como fuese. Ha costado muchos años ponerla en pie. Tiene el apoyo de Televisión Española, que es muy importante, y vamos a conseguir realizarla. El guión es apasionante. El argumento está basado en hechos reales. Es la propia vida del director. Se centra en una familia andaluza que emigra al País Vasco en los años ochenta, como fue la suya y es un regalo formar parte de esta película porque quiero mucho a Manu Gómez. Creo que será una de las grandes historias del año que viene. Tenemos mucha fe en ella porque narra una parte importante de nuestra historia. Tras los ensayos esperamos ir a Euskadi a rodar en las próximas semanas para dar vida a los personajes que tiene esta película delicada, fuerte y muy vasca.

A.R.S.: Le hemos podido ver en la temporada final de Las chicas del cable ¿Cómo ha sido la experiencia

M.I.: Ha sido una experiencia muy bonita. Ha sido precioso estar con un grupo de actrices muy potente. Son jóvenes y grandísimas actrices, además de estupendas compañeras.

María Isasi junto a Ana Risueño en «Las chicas del cable»

A.R.S.: Antes de la pandemia usted estaba representando Divinas Palabras ¿qué ha supuesto como actriz meterse en el universo de Valle-Inclán?

M.I.: Para mí ha sido un descubrimiento porque yo soy más lorquiana, y Valle-Inclán me parece un autor maravilloso porque hay una celebración de la carnalidad, de la sexualidad, de lo más pasional del ser humano, de lo más español, lo más tremendo y divino de nuestro país. En Divinas Palabras se retrata pura España y es muy hermoso. También te conecta con algo superior que nos maneja. Se dice que es el autor más difícil de hacer y yo no le diría lo contrario porque es complicado interpretar a Valle-Inclán por todo lo que pide, exige y quiere contar. Es poliédrico y enorme.

Dando vida a Mari Gaila en «Divinas Palabras» Foto: @marcosgpunto

A.R.S.: Una característica que yo percibo en usted cada vez que afronta su trabajo y que transmite en las redes sociales es su ilusión…

M.I.: Así es como lo vivo porque para mí cada oportunidad en este trabajo es un regalo y una ocasión para vivir algo extraordinario, poder darte al público, contar una historia, conocer gente nueva, ponerte en otra piel y vivir otra vida. Es un regalo tan grande para mí que a priori siempre estoy muy agradecida. Además este trabajo es un lujo y más en estas circunstancias en las que estamos, ya que hay mucha gente en paro y otras personas ni siquiera tienen ayudas. El sector está en un momento muy complicado y he sido una actriz de suelo raso, en el sentido de que he tenido muchas etapas sin trabajo, otras en las que pensaba que no servía para esto e incluso me he planteado dedicarme a otra profesión. Por todo lo dicho cada vez que me surge un proyecto es de agradecer y para celebrarlo. Eso hace que me entregue a él con todo el júbilo del mundo.

La actriz en la serie «Seis Hermanas»

A.R.S.: Su anterior experiencia teatral fue El Sueño de la Vida dirigida por Lluís Pasqual, con un gran reparto de varias generaciones, con un texto de Federico García Lorca y un director que lo adora ¿cómo lo vivió?

M.I.: Fue una experiencia extraordinaria porque, como dice, había actores maravillosos de todas las generaciones. Éramos diecinueve si no recuerdo mal, con el texto de Lorca junto con el de Alberto Conejero finalizando Comedia sin título. Fue algo único que me llevaré para siempre y ser dirigida por Lluís Pasqual es un gran regalo, como si te tocase la lotería. Trabajar con él fue espectacular porque te encontrabas en manos de un auténtico maestro y un genio. Tiene una gran sabiduría y un amplísimo conocimiento de esta profesión y de todo en general. Su cultura es desbordante, ya que ha estado al frente de teatros de toda Europa. Todo el tiempo de aprende de él y con él. Además ha surgido una amistad entre ambos muy bonita.

Con el elenco completo de «El Sueño de la Vida». Foto: Sergio Parra

A.R.S.: Fíjese cómo rima la vida que en el final de la película Todo sobre mi madre su madre ensaya un espectáculo sobre Lorca dirigida por él, que está sin acreditar…

M.I.: Sí, es muy curioso porque Lorca, mi familia y Lluís conforman una especie de círculo que no se termina porque yo era una niña cuando lo conocí ya que él dirigió a mi madre en Comedia sin título en el Teatro María Guerrero junto a Juan Echanove e Imanol Arias entre otros. Ese montaje fue una revolución y viéndolo desde el patio de butacas yo decía: “Dios mío, yo me quiero dedicar a esto, quiero estar ahí”. La vida ha hecho que yo acabase haciendo esa misma obra dirigida por él. Él y mi madre son muy amigos pero cuando hice la prueba para El Sueño de la Vida él no sabía que yo era su hija. Se lo dije al final y se llevó una sorpresa. Nos hubiese encantado salir de gira con esta obra pero no se podía. Es una pena y me gustaría reivindicar que las giras son necesarias porque todo el mundo en toda España paga los teatros públicos y todo el mundo tiene derecho a ver lo que se hace en ellos. Deberíamos tener más ayuda para llegar a todos los teatros de España.

María Isasi en un momento de «El Sueño de la Vida». Foto: Sergio Parra

A.R.S.: Usted tiene una trayectoria en el Teatro Romano de Mérida ¿qué significa para usted pisar ese escenario?

M.I.: He hecho cuatro obras allí. Primero fue Itaca dirigida por Francisco Suárez, luego Hécuba y La Orestíada, dirigidas ambas por José Carlos Plaza y la última fue Pericles, príncipe de Tiro el año pasado bajo la dirección de Hernán Gené. Para empezar Mérida la considero mi casa. Todo el mundo me recibe con mucho cariño, como si volviese a ver a la familia: las sastras, el gerente o los técnicos de sonido me han visto crecer y a nivel profesional es como renacer, volver a examinarme, o tocar de nuevo la piedra de casa. Le cuento además una anécdota simbólica: Mi madre nació en la Plaza de Santa Ana de Madrid porque mi abuela era portera de un edificio allí y cada vez que necesito suerte bajo y toco las piedras de ese edificio. Pues en Mérida me ocurre lo mismo. Es como volver al útero teatral. Significa reencontrarme con la niña de veintitantos años que salió allí por primera vez y reconectarme de nuevo con el amor al teatro, a su esencia básica. Siendo un lugar tan grande y teniendo a tanta gente delante yo me conecto con mi corazón y vuelvo a confirmar el amor que le tengo al teatro. La labor de Jesús Cimarro y de Pentación Espectáculos gestionando el Festival es magnífica. Le estoy muy agradecida.

A.R.S.: ¿Qué sintió cuando José Carlos Plaza le ofrece el personaje de Políxena en Hécuba?

M.I.: Yo tenía muchas ganas de trabajar con él. Ocurrió que él me vio en Días sin luz que dirigió el maravilloso Antonio Hernández, sobre el caso de Mari Luz Cortés, en el que hice un personaje muy comprometido y al que recuerdo con mucho cariño, cuidado y respeto. Tuve la suerte de que me llamase y trabajar al lado de Concha Velasco ha sido para mí uno de los mayores regalos de mi vida. La quiero muchísimo y fue otro aprendizaje trabajar con otro maestro enorme de la escena, aprendí muchísimo y de ahí surgió gran parte de los amigos que tengo ahora mismo.

A.R.S.: Tuve la oportunidad de entrevistar a Concha Velasco en Sevilla por esa obra y me alabó su trabajo aparte de que le destaqué la escena de la despedida definitiva que es sobrecogedora…

M.I.: Ese momento me nació a mí. Le pregunté a José Carlos Plaza: “¿Crees que si le doy a Concha un beso en la boca en este momento le ofenderá?” Y él me dijo: “Hazlo, a ver qué pasa”. Lo hice y así quedó para siempre. Es uno de los momentos más bonitos de mi carrera que siempre recordaré porque me atreví sin conocerla apenas a hacerlo  ya que dije: “Es que esto lo haría con mi madre”.

María Isasi con José Pedro Carrión y Concha Velasco en la obra de Eurípides

A.R.S.: Precisamente La Orestíada, su segundo montaje con Plaza, pude verlo en Mérida y tiene mucho mérito hacer dos personajes y recibir el Premio de la Unión de Actores con una obra que sólo se vio allí cinco días…

M.I.: Así fue. Creo que tiene que ver en eso el trabajo pero, sobre todo, el cariño de los compañeros. La Unión de Actores es así porque es imposible que la viese tantísima gente. No me lo esperaba para nada.

Desgarrador momento de María Isasi en «La Orestíada». Foto: @jotaintheworld

A.R.S.: Ese montaje fue espectacular en todos los aspectos pero destaco la versión de Luis García Montero ya que redujo a dos horas y pico las siete que duraría la trilogía que escribió Esquilo…

M.I.: Cierto. Lo que escribe ese señor es poesía pura, es una maravilla. Te dan un texto de García Montero y ya tienes el ochenta por ciento del trabajo hecho, al igual que la versión que Juan Mayorga hizo de Hécuba de Eurípides. Eran textos que andaban solos. Sólo debías ponerte en tu sitio y dejarte llevar. Era precioso y, efectivamente, fue una odisea reducir La Orestíada para hacer algo cercano al espectador y que pudiera vivir aquella historia en menos tiempo. La idea de interpretar a dos personajes fue otro reto porque José Carlos Plaza los quería muy distintos entre sí y que no se supiese que era la misma actriz la que los hacía. Era la primera vez que hacía dos personajes en una obra de teatro y fue muy bonito.

A.R.S.: A usted le han vestido y maquillado en estas dos obras de teatro mencionadas dos profesionales como son Pedro Moreno y Juan Pedro Hernández ¿qué opina de ellos?

M.I.: Son maravillosos y dos instituciones en el teatro, la televisión y el cine. Son dos personas que van siempre a favor del actor y de darle todas las herramientas para poder crear. Los vestidos que me ha hecho Pedro Moreno son inolvidables y crea junto al actor. No te viene con la percha para que te pongas algo sino que te mira y remira en los ensayos, ve lo que necesitas: si te arrastras o no, si tiene que parecer que han pasado veinticinco años en una guerra, por poner varios ejemplos. Y Juan Pedro Hernández es de los más grandes maquilladores que existen. No sólo te maquilla sino que te enseña a hacerlo, ya que lo solemos hacer los propios actores en las giras. Es una lección absoluta y les quiero mucho a los dos.

Caracterizada para el cartel de «La Orestíada» Foto: @davidruano_fotografía

A.R.S.: Su última experiencia en Mérida, Pericles, príncipe de Tiro era una obra de William Shakespeare pero modernizada ¿Cómo vive usted este tipo de propuestas?

M.I.: Yo me embarqué en este proyecto por las personas que estaban en él. La dirigía Hernán Gené, con el que yo quería trabajar y después estaban en el elenco Marta Larralde, José Troncoso, Ana Fernández, Oscar de la Fuente, Ernesto Arias y el propio Hernán Gené. Era un grupo de profesionales maravilloso con el que me apetecía mucho trabajar. Lo curioso es que, el primer día para preparar el montaje, no sabíamos qué personaje iba a hacer cada uno. Íbamos un poco a ciegas. El texto era, como ha dicho, bastante modernizado, adaptado por el propio director, y era además una obra de Shakespeare poco conocida. Cada uno de nosotros interpretábamos a siete personajes. Gené es un famoso profesor de clown y lenguaje gestual. El montaje, aunque no totalmente, iba un poco en esa línea, con cambios de humor, variedad y coreografías. Siempre he pensado que los clásicos se pueden versionar mientras no se traicione el mensaje original. Contábamos la historia de Pericles, que era muy bonita se cuente como se cuente, ya sea con vestuario de época o con vaqueros. Hay tantos montajes posibles como personas en el mundo. Por eso no pasaría nada si se hiciesen diez versiones de Hamlet a la vez. Cada uno aportaría algo diferente.

María Isasi encarnando a uno de los personajes de «Percicles. Príncipe de Tiro». Foto: @javier_naval_stage_photo

A.R.S.: Otra de las obras en las que ha participado es Incrementum, dirigida por Sergio Peris-Mencheta. Se juntaba con un grupo de actrices para una obra que supondría un reto ¿no?

M.I.: Sí, porque la obra era un cálculo matemático. De hecho su autor, Perec, lo era. Planteaba el cálculo de probabilidades de obtener un aumento de sueldo que se pidiese a un jefe, si se conseguía o no. Era un montaje a seis voces con un maestro de ceremonias  y era un reloj suizo. Cuando el montaje salía redondo se creaba una sensación mágica ya que el espectador no daba crédito: pasaba de la ansiedad a la perplejidad, a la celebración y al final perdíamos todos la cabeza. Era un retrato de nuestro sistema capitalista más brutal.

María Isasi con Marta Aledo, una de sus compañeras en «Incrementum»

Vivirlo era alucinante y a eso hay que añadirle estar bajo la batuta de Sergio Peris-Mencheta que es uno de los directores, no ya talentosos, que eso ya es evidente, sino más exigentes. Él es actor, hace carrera en Estados Unidos pero siempre ha querido ir más allá y contar sus propias historias haciendo sus propias denuncias y allí está,  conformando él un camino por sí solo.

A.R.S.: Yo vi Todos eran mis hijos de Arthur Miller en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, un montaje que usted estrenó pero en el que ya no estaba ¿qué supuso para usted?

M.I.: Fue una obra muy importante para mí por varios motivos: me dio la oportunidad de trabajar con Claudio Tolcachir, que es un hombre maravilloso y un gran director, hice una obra de Miller, que es un gran autor y me dieron el Premio Ojo Crítico que es una apuesta por un joven talento y por lo que siempre estaré agradecida a Radio Nacional por habérmelo otorgado. Además allí conocí al que hoy es mi marido. Por todo ello es una obra que me cambió la vida. Luego, por circunstancias del trabajo, la dejé, pero siempre la tendré en el recuerdo. Ojalá se hicieran más obras de autores como Miller o Shakespeare, entre muchos otros. Tendrían que ser autores de repertorio y estar girando por toda España porque los textos teatrales son La Biblia, nos hablan de la vida, de la realidad y nos enseñan otros puntos de vista que a lo mejor no tenemos en cuenta, haciendo un retrato de la realidad diferente, y gracias a ellos conocemos otros lugares y mentalidades para saber que todos somos lo mismo. El teatro siempre te ensancha y estos autores deberían de representarse más para que todo el mundo los conociese. La cultura debería de estar más a pie de calle.

La actriz preparándose para interpretar a su personaje en «Todos eran mis hijos» Foto: @jose_carballal_photography

A.R.S.: Pasando a otro aspecto usted tiene la interpretación en la sangre: Su padre, director de cine, su madre, actriz, pero tengo entendido que su abuela paterna también era actriz…

M.I.: Sí señor, Nieves Lasa. Lo fue sobre todo en Argentina ya que tuvo que emigrar y allí se hizo actriz. Fue muy reconocida y actuó en Buenos Aires y Tierra de Fuego, entre otros lugares En España fue sobre todo actriz de doblaje.

La actriz Nieves Lasa, la abuela paterna de María Isasi

Ella fue la que introdujo a mi padre en este mundo, primero doblando, luego editando, ya que mi padre no sólo fue director, también editor, guionista y productor. Fue escalando hasta llegar a coproducir.

El director Antonio Isasi-Isasmendi, padre de María Isasi. Foto: @enrique_cidoncha

A.R.S.: Menudos repartos internacionales tenían sus películas…

M.I.: Fue espectacular porque logró algo que no se conseguía en este país, llegando a estrenar en cuarenta cines en Nueva York. Fue un hombre fuera de serie completamente.

«Las Vegas 500 millones», una de las películas dirigidas por Antonio Isasi-Isasmendi

A.R.S.: Teniendo los antecedentes familiares citados ¿tiene recuerdos marcados de pequeña de la profesión a la que se dedica?

M.I.: Sí. Yo recuerdo a mi madre en el escenario desde que tengo uso de razón porque siempre la acompañaba. La veía desde el patio de butacas y yo me quedaba alucinada con esa magia que tenía, por ejemplo, en el montaje de Comedia sin título que le cité donde hacía de Actriz pero además de Titania y con esos vestidos que llevaba y aquellas luces yo decía: “Madre mía. Mi madre es una ninfa, una diosa”, que luego ha resultado que es así, que era verdad.

Maisa Paredes con Nuria Gallardo en «Sonata de otoño»

De mi padre recuerdo mucho el rodaje de su última película, El aire de un crimen. Estuve varios días allí y me quedaba perpleja de lo que se rodaba y cómo se hacía. Es muy bonito crear arte cinematográfico y observar cómo es el proceso, además de ver a mi padre capitaneando. Era un hombre con mucho carácter pero al mismo tiempo muy amable y sabía muy bien lo que hacía. Era apasionante. Entonces ¿cómo no iba yo a querer dedicarme a esta profesión?

A.R.S.: ¿Recuerda lo que sintió cuando se subió por primera vez a un escenario?

M.I.: Fue en un teatro universitario e interpretaba a la nodriza en Antígona de Jean Anouilh. Me recuerdo mucho más tranquila y mucho más segura que ahora, algo que es curioso, porque me sentía muy en casa y con confianza de lo que hacía. Tenía mucho poder de convicción para conmigo misma. Como muchas actrices dicen, cuanto más mayor se hace una y más larga es la carrera se pone más nerviosa e insegura, por el nivel de exigencia o lo que se espera de una o de sí misma.

A.R.S.: ¿Su debut profesional fue con una obra de Sergi Belbel?

M.I.: Sí, Elsa Schneider. La dirigía Julián Quintanilla, un director muy joven de Badajoz que ya tiene una importante carrera en el audiovisual, ha hecho cortometrajes con Loles León y yo también intervine en uno de ellos. Cuando dirigió la obra de Belbel acababa de salir de estudiar dirección en la RESAD de Madrid me llamó para hacer esta obra y salimos a hacer bolos. Fue un trabajo muy hermoso.

A.R.S.: A lo largo de su carrera ¿cada trabajo que hacía lo consideraba un escalón que iba subiendo?

M.I.: Pues sinceramente no lo sé. Cada montaje teatral ha sido una oportunidad de aprender más, eso por supuesto, y de atreverme a ir un poco más allá hasta llegar a hacer Mari Gaila de Divinas Palabras, que, nunca mejor dicho, son palabras mayores. Sí es verdad que se sabe más conforme más se vive y se experimenta. El arte de actuar sabe más eso sí es cierto. Quizás por eso uno se pone más nervioso conforme avanza, porque sabe a lo que se expone.

A.R.S.: De ahí lo que se dice de que se deben seguir sintiendo las mariposas en el estómago cada vez que va a comenzar una función…

M.I.: Sí porque lo que está encima del escenario ha de estar vivo y la vida es riesgo. Si no lo hay, ni incertidumbre, algo no está vivo, entonces ahí te la juegas. A mí se me conoce por no hacer una función igual que otra. No me sale. No soy una actriz demasiado técnica en ese sentido. Yo salgo a vivir una experiencia y cada día es diferente. Ahí están los nervios y el riesgo que mencionaba, en la cuerda floja. Es mucho más interesante ver a un funambulista que a alguien que está a un metro del suelo. Cuanto más arriba estás más vibra el espectador contigo. Puede que sea un poco kamikaze pero así lo siento. Sólo se vive una vez y hay que disfrutar.

María Isasi en «Sueño sin título» dirigida por Juan Carlos Corazza

A.R.S.: Pasando al terreno audiovisual, creo que su primera película la hizo con Agustí Villaronga (99.9), quien también dirigió a su madre años atrás en Tras el cristal

M.I.: Sí, también es como de la familia y, para mí, es uno de los mejores directores de este país sin lugar a dudas porque es un autor independiente pero con gran exquisitez. Hice de una babysitter con sólo una frase. Fueron mis comienzos en este terreno, como también pasó en Los amantes del Círculo Polar de Julio Medem, en donde tenía una escena pequeña. Se va empezando poco a poco.

A.R.S.: Usted transmite la sensación de ser lo que se llama actriz esponja, porque absorbe todo lo que pueda de lo que le aporten los maestros con los que ha trabajado…

M.I.: Claro. Lo más bonito es trabajar mano a mano con un director y crear un personaje, ya sea pequeño, mediano o grande. Siempre considero que la mitad de mi carrera ha consistido en papeles pequeños y siempre he intentado aprovechar todo lo que pudiese sacar de cada experiencia y así crear algo hermoso. No hay papel pequeño. Cuando alguien me dice: “Es que tengo un papel pequeño” yo le contesto: “A mí no me lo digas porque nunca lo he considerado así”. De hecho cuando me dieron el Premio Ojo Crítico me dijeron: “Por hacer de algo pequeño algo grande”. Encontrarte con un director que te mira, crea contigo y cree en ti contándote su propio lenguaje es una sensación estupenda. He tenido la suerte de trabajar con grandes maestros y aprender de ellos. Ojalá pueda trabajar más con ellos.

A.R.S.: Si yo le digo Las Trece Rosas ¿Qué me dice usted?

M.I.: Fue una película muy especial porque relata una historia terrorífica de una época igual de terrorífica de este país. Fue una injusticia enorme, el asesinato múltiple de unas jóvenes que pagaron por el capricho de unos señores porque eran totalmente inofensivas. Cuando leí la novela de Fonseca me quedé perpleja y creo que es un hecho que debería ser siempre recordado. Ya lo dijeron ellas: “No nos olvidéis”. El rodaje fue una maravilla porque trabajé mano a mano con Luisa Martín, a la que quiero muchísimo, dando vida a familiares del personaje que interpretaba Verónica Sánchez, las Conesa. Era una familia de mujeres porque también estaba Marta Aledo como una de las hermanas. Fue triste y desgarrador rodar porque el momento en el que Luisa y yo vamos corriendo tras el camión en el que se llevaban a Verónica lo recordaré toda mi vida, ya que, cuando ruedas algo así, o te dejas la piel o no eres digno de estar ahí como actor. Fue muy duro pero muy gratificante trabajar con ella dirigidas por Emilio Martínez Lázaro.

A.R.S.: Y si se está hablando de cine ¿cómo fue la experiencia en Salvajes?

M.I.: Para mí es el trabajo en cine más importante que he hecho. Primero por trabajar con mi madre porque es algo que, generalmente, hemos evitado. Nos han propuesto muchas cosas para hacerlas juntas y las hemos desviado porque considerábamos que iba a estar el morbo de vernos juntas por encima de la historia que se contaba. Decidimos llevar carreras diferentes pero en este caso la productora era Lola Salvador, que me hizo incluso prueba para el personaje. Yo había visto la obra de teatro y me había gustado muchísimo y era una oportunidad de trasladar esa historia a la gran pantalla. Desgraciadamente fue una película que pasó desapercibida por la cartelera porque coincidió con el 11-S y la gente no iba al cine, similar a lo ocurrido con las pandemias. Todo se paró. Era un proyecto familiar y yo iba a la salida del Cine Renoir de Madrid y le preguntaba a la acomodadora: ¿Cuánta gente ha venido?” y me decía: “Muy poca”. Sin embargo sí fue más apreciada cuando salió en DVD o se proyectó en festivales. De hecho está muy bien considerada como cine de autor dirigida por Carlos Molinero y me dio una nominación al Goya. El diploma lo tengo firmado por mi madre y parece que lo hemos hecho en casa una tarde porque fue durante la época en la que ella fue Directora de la Academia.

A.R.S.: Y al trabajar con ella ¿se olvidaron ambas de que eran madre e hija, sobre todo en algunas escenas duras que tenían?

M.I.: Es muy difícil de olvidar que es tu madre con la que estás trabajando. Recuerdo una escena en la que me dio un bofetón. Pues, por lo que fuese, no salía, y se repitió como siete veces. Me dio tan fuerte que me dejó la cara colorada. Creo que ella pensaba que al ser yo su hija le perdonaría si me daba un bofetón como Dios manda. Es la única vez que he trabajado con ella y me sorprendió mucho su humildad, su saber estar al mismo nivel que todos, ya que éramos muchos actores principiantes los que allí participábamos. Ella era una más y no me dijo nunca que hiciese algo de una manera determinada. Siempre me ha dejado libre para crear yo sola mis propios personajes. Actualmente sí me aconseja más.

A.R.S.: Usted participó en la quinta temporada de Amar en tiempos revueltos, la que yo denominé la temporada del relevo generacional, ya que había varios hijos de actores que mostraban su talento muy eficazmente y que se han consolidado, como usted, Cayetana Guillén-Cuervo, Javier Collado o Marina San José

M.I.: Fue una serie que supuso para todos una plataforma muy importante. Hay todavía personas que me recuerdan por ese personaje, incluso compañeros de profesión, lo cual es muy gratificante porque quiere decir que tu trabajo ha calado y me siento muy orgullosa de ser hija de quien soy. También lo estoy de los demás hijos de actores porque no es fácil serlo. Nadie te regala nada, más bien al revés porque tienes más ojos y juicios encima, y comparaciones. Es algo que no necesitamos porque somos otras personas distintas. Hay que tener agallas para decir: “Me quiero dedicar a esto y soy otra persona diferente”. A la vez hago honor a mi saga familiar y estamos muy agradecidos de los que nos miran con buenos ojos. A día de hoy hay gente con la que trabajo que se entera como algo secundario de quién soy hija. Eso lo hemos cuidado mucho, como los compañeros que ha mencionado. El trabajo en las series diarias es muy duro por la rapidez y las horas que se dedica a ello al día pero a la vez es muy gratificante.

Caracterizada como su personaje en «Amar en tiempos revueltos»

A.R.S.: Para finalizar ¿me definiría su estilo de vestir en su vida diaria y en eventos?

M.I.: Pues no soy de marcas ni de modas. He aprendido de mi madre, a la que considero una diosa de la elegancia, que la mejor moda es la que te siente bien y eso ella me lo ha enseñado. Tan pronto puedes llevar una chaqueta comprada en un mercadillo como una de Chanel. Siempre intento buscar cosas que me favorezcan. Las mujeres siempre nos hemos visto limitadas a un tallaje muy concreto y nunca he cumplido ese canon. Por esa razón no he tenido fácil que showrooms me dejasen ropa. Es algo que no veo justo. Se debe reivindicar la existencia de una diversidad de cuerpos femeninos en mi trabajo y en la vida en general ya que la belleza no está reñida con la diferencia. Me ha costado aceptarme como era por la citada limitación de las modas pero cada vez me acepto más y me amo más como soy y, gracias a Dios, me he sentido y me siento muy bella en muchos momentos. Ha sido una lucha porque en la adolescencia se sufre más y cuando uno quiere iniciarse en mi profesión también. Afortunadamente hay ahora una mentalidad más abierta y espero que vaya en aumento. Por ello estoy muy agradecida de que haya otros modistos y estilistas que amplíen esas miras y que comprendren que limitar el cuerpo de la mujer a un tallaje tan estrecho es limirarnos a todos, a la creatividad y a la moda. Lo mejor es tener un buen fondo de armario, ser elegante y sobre todo minimizar. En lo discreto está la elegancia. Si tuviese que mencionar a diseñadores destacaría a Roberto Verino muy generoso siempre y del que he llevado varios de sus trajes y, con especial cariño, a Rubén Hernández, porque me hizo un vestido a medida maravilloso para la ceremonia de los Goya en la que le entregué el Goya de Honor a mi madre, y en donde también contribuyó mucho Piluka Echegaray, una gran estilista.

La actriz en los Goya 2018. Vestido: @rubenhernandezcostura_. Estilismo: @pilukaechegaray. MUA: @ateliercharopalomo. Joyas: @joyeriasuarez

Precisamente me gustaría resaltar el papel de los estilistas porque siempre ayudan mucho a que estemos guapas y buscan el look adecuado para una ocasión determinada. Son los “terapeutas” de la imagen. Tengo también un gran recuerdo del vestido que llevé cuando gané el Premio de la Unión de Actores por La Orestíada que es de una amiga, María Ramoneda Rimbau que es dueña de Bonaplata Showroom.

 

La actriz en los Premios de la Unión de Actores de 2018, donde fue premiada. Estilismo: @marietaramoneda de @bonaplatashowroom y @alinarojas1974

Y no quiero dejar de mencionar los vestidos que José Juan y Paco Casado nos buscaron a mi madre y a mí para la Seminci de 2017 cuando le otorgaron a ella la Espiga de Oro de Honor. Son dos de los estilistas más importantes de este país que visten a media profesión por no decir a casi toda y les estoy muy agradecida porque se esfuerzan mucho en sacar lo mejor de cada actriz.

María Isasi y Marisa Paredes en la Seminci 2017. Estilismo de ambas: @josejuan35. María Isasi: Vestido de @antoniogarciaestudio. Zapatos: @hannibal_laguna. Bolso: @finallypress. Joyas: @barcenajoyas. Vestido de Marisa Paredes: @santoscostura

Agradecimento a María Isasi por las fotografías cedidas para esta entrevista