La constancia, la fuerza, la valentía y la profesionalidad son cuatro cualidades que reúnen muchos actores. Uno de ellos es sin duda Alberto Berzal. Nacido en San Sebastián en 1970 estudió periodismo en Estados Unidos y luego decidió dedicarse a la interpretación entrando a formarse en el Laboratorio William Layton. Se ha forjado una carrera en los escenarios que abarca de todo, desde autores clásicos a modernos y su compromiso con la profesión es innegable. De la mano de maestros como José Carlos Plaza, Miguel Narros o Lluís Pasqual ha participado en grandes montajes, como los cinco que estrenó en el Festival de Mérida, adaptaciones teatrales de novelas, un díptico monumental de William Shakespeare o una de las obras clave de Valle-Inclán. Además su inquietud le ha llevado formar un grupo junto a amigos formados junto con él para producir y poner en pie textos que no han dejado indiferente al público. En el sector audiovisual tampoco ha pasado desapercibido y ha participado en varias series muy reconocidas. De todo esto y más ha hablado este gran actor en todos los sentidos para La Cultura está de Moda. Pasen y lean.
Alejandro Reche Selas: Su actualidad profesional abarca teatro pero también televisión. Centrándonos en este ámbito ha participado en Kosta que se emite en Orange TV, con un equipo finlandés ¿Cómo ha sido la experiencia?
Alberto Berzal: Tuve unas sesiones al principio de este año. La directora era muy simpática. Siempre trabajar con personas de otros países es un extra porque te fijas en la manera que tienen de realizar el trabajo. Tiene el aliciente de Fran Perea, con el que he trabajado en teatro y es amigo. Gran parte del equipo era finlandés, como la directora que he mencionado. Se rodaba en inglés. Entre ellos en su idioma y luego traducían, por lo que había mezcla de lenguas a veces. Dio lugar a situaciones divertidas porque el finlandés es un idioma que no nos suena tanto en comparación con otros como el francés, el italiano, el portugués e incluso el alemán que no es tan próximo al español, pero el finlandés era más extraño y había esa duda de saber si habíamos hecho bien la toma por ejemplo. Se rodó en su mayor parte en Fuengirola y Torremolinos. Me sorprendió saber que en Málaga había una numerosa población finlandesa. Todo te sirve para aprender de otras culturas.
A.R.S.: La temporada pasada participó en el éxito televisivo que fue La Caza. Monteperdido, donde el paisaje tenía mucho protagonismo…
A.B.: Sí. Fue una experiencia fantástica. Rodamos en Benasque durante mes y medio. Era un lugar espectacular. En el equipo había gente con la que ya había trabajado, como Megan Montaner. A otros actores no los conocía pero hicimos muy buen equipo y el estar rodando tanto tiempo en un mismo sitio hizo que nos uniésemos más. Es diferente en comparación con un rodaje en Madrid. Normalmente allí cada uno rueda y se va a su casa pero en este caso muchos estábamos hospedados en el mismo hotel y quedábamos para almorzar o cenar a menudo, tanto con el elenco de actores como con los miembros del equipo técnico. Se hicieron muy buenas migas y eso repercutió positivamente en el resultado final. Disfrutar de tiempo con los compañeros es un plus en los rodajes. Creo que la calidad del elenco era excepcional, así como la de los guiones, además de la belleza de los paisajes naturales.
A.R.S.: Esta serie se engloba en un género que es el thriller en el que hay muchos sospechosos para ser el culpable de un delito, en este caso el secuestro de dos niñas….
A.B.: Claro. Aquí se jugaba con que la acción se desarrollaba en un pueblo muy cerrado, donde todo el mundo se conoce y en el que cualquiera puede ser culpable. Eso hace que todas las pistas que se van dando a lo largo de los capítulos creen en el espectador la duda. Lógicamente a medida que la historia avanza se van descartando algunas personas pero hasta el final se mantiene la incertidumbre de quién es el secuestrador.
A.R.S.: Tengo una curiosidad ¿sabían sus compañeros y usted la identidad del asesino o los guionistas lo hicieron de tal manera que podía ser cualquiera?
A.B.: Yo particularmente no lo supe desde el principio pero al poco tiempo de comenzar a rodar ya lo sabíamos todos. Como tenemos que avanzar en las secuencias a veces sabíamos el contenido de los guiones de varios episodios. Un actor debe de tener información para abordar y preparar las secuencias, y saber si uno es culpable o no condiciona tu manera de interpretar. Es un factor que hace que varíe mucho.
A.R.S.: Usted tiene una extensa experiencia en series muy diferentes: Isabel, Víctor Ros, Cuéntame cómo pasó o Pulsaciones. Esa variedad de géneros de estas y otras series en las que ha participado ¿considera que le ha enriquecido como actor?
A.B.: Sí, todo suma. He hecho personajes de época, malos, por denominarlos de alguna manera, como un policía corrupto y asesino, otros más románticos, sospechosos de ser culpable como en la serie a la que nos hemos referido antes más extensamente y le puedo decir que he participado en la segunda temporada de Madres para Amazon Prime y que se emitirá próximamente.
A.R.S.: Ya pasando al apartado teatral, donde tiene una trayectoria aún más larga y con unos títulos impresionantes…
A.B.: La verdad es que he tenido la suerte de trabajar con muy buenos equipos, directores, productores, miembros del apartado técnico y compañeros en escena, muy profesionales y buena gente. A eso se añade que he podido dar vida a personajes con enjundia. Cada vez que me han llamado siempre han sido buenos proyectos, al igual que cuando he producido junto con mi grupo propio.
A.R.S.: Lo más reciente en este terreno ha sido Divinas Palabras de Valle-Inclán ¿Cómo ha sido meterse en el universo de este autor?
A.B.: Es un texto que se ha montado varias veces en España. Yo considero que Valle-Inclán, junto con Federico García Lorca, es de los mejores autores del mundo, ya que es innovador y Divinas Palabras es una de sus obras cumbre, el inicio del esperpento, entremezclando una rica variedad de personajes. He tenido la suerte de interpretar a Séptimo Miau, que es uno de los grandes personajes del teatro español, dirigido por José Carlos Plaza y con compañeros como Consuelo Trujillo, María Adánez, cuyo personaje ahora lo hace María Isasi, entre muchos otros. Son personas a las que admiro y con las que tengo mucha confianza. Todo esto facilita mucho el trabajo. Con los años hemos coincidido de distintos montajes y eso ha hecho que esa cercanía de piel se transmita desde el escenario. Para mí es un orgullo estar ahí.
A.R.S.: Esta es una obra que cuenta una historia tremenda, que no deja al espectador indiferente para nada…
A.B.: Al ser una tragicomedia de aldea tiene partes más esperpénticas, que son supuestamente, entre comillas, las más divertidas y luego tiene una parte muy cruel que saca lo peor de cada personaje. En este caso están sumidos en la miseria y hacen cualquier cosa por salir de ella y traspasan cualquier límite moral. Es un reflejo de muchos asuntos que ocurren en la actualidad, por eso tiene esa vigencia, a pesar de haberse escrito hace cien años.
A.R.S.: Como ha dicho trabaja en este montaje con un director con el que ha trabajado mucho, José Carlos Plaza, al igual que varios compañeros como Carlos Martínez-Abarca por ejemplo…
A.B.: Sí, coincidí con Carlos en mi segundo montaje profesional, Crimen y Castigo de Dostoievski, tras mi debut en El Avaro de Moliére. Luego coincidí con él en Yo, Claudio, en 2004, nuestro primer montaje en Mérida, y ahora en Divinas Palabras. Todos los títulos mencionados los dirigió José Carlos Plaza. También he trabajado con Carlos en La naranja mecánica y él me ha dirigido en 1984, un montaje de la novela de George Orwell que hicimos el año pasado.
A.R.S.: Se puede decir que son profesionales con los que usted ha crecido como actor y como persona…
A.B.: Claro. Además de Carlos hay otros grandes compañeros como Luis Rallo, Israel Frías, Cristina Arranz o José Luis Santar, con los que, aparte de coincidir en distintos montajes, me he formado con ellos, ya que eran compañeros de clase en el Laboratorio William Layton, además de distintos cursos y talleres, algunos de ellos impartidos por José Carlos Plaza y les conozco desde hace más de veinticinco años. Nos conocemos mucho, tenemos un lenguaje teatral parecido y nos entendemos al instante.
A.R.S.: ¿Qué tiene José Carlos Plaza para que le salgan unos montajes tan redondos?
A.B.: José Carlos Plaza ama el teatro, es su vida, y quiere mucho a los actores. Es su pasión. Vierte toda su sabiduría, su generosidad y su esfuerzo en lo que hace. Pone el teatro por delante de todo y cuando se tiene tal fuerza, además de su inteligencia y experiencia el resultado son montajes con una estructura sólida, fuerza y con todos los detalles cuidados. Yo he podido estar en muchos procesos de ensayos con él y, por ejemplo, Prometeo, la disfruté mucho como espectador, fue impresionante.
A.R.S.: Ese título no lo pude ver pero sí La Orestíada donde usted interpretaba a Egisto. Fue un montaje para caerse de espaldas, sinceramente…
A.B.: Fue una experiencia estupenda. El grupo de compañeros era maravilloso: Ana Wagener estaba impresionante, Juan Fernández, un coro genial con Pepa Gracia, Jorge Torres y Montse Peidro entre otros y era el debut allí de Ricardo Gómez y Amaia Salamanca. Todos los ingredientes que se juntaron hicieron que fuese un montaje extraordinario.
A.R.S.: Para hilar, siguiendo con el escenario donde se representó La Orestíada, usted ha pisado el Teatro Romano de Mérida en cinco ocasiones: además de la trilogía de Esquilo de la que hemos hablado, en la también mencionada Yo, Claudio, Electra, Hécuba y Medea…
A.B.: Efectivamente. Me considero una persona con suerte por haber estado en ese gran escenario cinco veces. Son las peculiaridades del trabajo al que me dedico. Se han dado las cosas de tal modo para que sucediera así.
A.R.S.: Remontándonos a esa primera experiencia en Mérida, Yo, Claudio fue un gran montaje que les posibilitó visitar incluso la casa del autor…
A.B.: Sí. Tras estrenar en Mérida hicimos una gira y una de las ciudades que visitamos, Palma de Mallorca, es donde tuvo su casa Robert Graves, el autor de las dos novelas que se fusionaron para aquel montaje. Estuvimos en su despacho y vimos todas sus cosas. Esa primera experiencia en Mérida fue muy especial porque cada vez que vas allí es una fiesta del teatro, la gente va allí a disfrutar con lo que se representa y notas el apoyo y el calor del público. Estar en lugar así siempre te impresiona y acoge de igual manera. Sientes el miedo, el respeto y el cosquilleo que te da el escenario pero cuando vas de un director como José Carlos Plaza, que tiene siempre la función muy bien armada, luego estaba Héctor Alterio, sobre cuyo personaje giraba la obra y coincidí con compañeros como Luis Rallo, Israel Frías, Javier Ruiz de Alegría, Carlos Martínez-Abarca…Todo eso hace que me sintiese muy arropado. Procuro siempre disfrutar del lugar y de la experiencia teatral.
A.R.S.: Hécuba fue una de las obras que pude ver en el Teatro Lope de Vega de Sevilla y la volví a ver en el confinamiento online. Nunca la olvidaré porque menuda potencia…
A.B.: Fue una obra que estaba muy bien pensada y Concha Velasco estaba inmensa, porque es una fuerza de la naturaleza. En ocasiones se da una comunión entre el público y el elenco creándose una energía que puede llegar al público de una manera especial. Es debido a la manera en que José Carlos Plaza aborda las funciones, muy bien amarrada para que los actores podamos sacar nuestras virtudes y darle a la función lo que necesita para que no sea una función más.
A.R.S.: Medea fue la obra con la que visité el Festival de Mérida por primera vez y fue un bautismo para mí espectacular…
A.B.: Obras como Medea o las que hemos mencionado se apoyan en muy buenos textos y personajes y el lugar es espectacular por lo que entiendo lo que me dice. Los buenos equipos te facilitan el trabajo pero también es una responsabilidad porque piensas: “Si con este material no lo hago bien, mal vamos”.
A.R.S.: Estas obras están sustentadas por un equipo técnico fiel con el que José Carlos Plaza obtiene siempre muy buenos resultados, como es el caso de Pedro Moreno en el vestuario que acierta siempre…
A.B.: Totalmente. José Carlos Plaza lleva trabajando mucho tiempo con gente en la que confía ciegamente. Todos aportan a crear un sello en el resultado, como Pedro Moreno o Francisco Leal en el diseño de la iluminación. Se conocen a la perfección y el resultado siempre es bueno.
A.R.S.: En Medea por ejemplo el vestuario era una manera de dar a entender que los personajes eran extranjeros, con colores vistosos y muy distintos…
A.B.: Exacto. Es el resultado del análisis profundo del texto, del estudio de la época, con lo que se comienza a trabajar dando un toque personal a cada personaje gracias a la elección de los tejidos y los colores. El vestuario cuenta mucho sobre la procedencia del personaje, sus intenciones, lo que busca etc…
A.R.S.: Gracias a José Carlos Plaza y su equipo usted y su grupo montaron True West de Sam Shepard…
A.B.: Sí. Como productores comenzamos con La naranja mecánica dirigida por Eduardo Fuentes donde estaban Israel Frías, Luis Rallo y Carlos Martínez-Abarca, luego hicimos Top Girls e Historia del zoo de Albee. Tras un tiempo sin producir se consolidó más la compañía y Luis y yo teníamos en mente desde que estudiamos juntos montar True West. Fue un texto que siempre nos llegó mucho y tras varios intentos empezamos a trabajar en él con José Carlos Plaza y en el montaje final Israel Frías y yo compartimos personaje y nos turnábamos en las funciones, junto al propio Luis Rallo, Inma Cuevas y Joaquín Abad. Se hizo con pocos medios pero mucho caudal artístico y humano ya que Mariano Díaz, Pedro Moreno y Francisco Leal participaron en la labor de poner la obra en pie. Poco a poco conseguimos que la función se viese, primero en un local de ensayos y acabamos representándola en los Teatros del Canal y fue una experiencia muy gratificante. Son de los proyectos que los haces por amor al arte.
A.R.S.: Usted fue uno de los integrantes de aquel gran díptico formado por Hamlet y La Tempestad de William Shakespeare dirigido por Lluís Pasqual que además tengo entendido que prepararon en su tierra…
A.B.: Así es. Las montamos en Bilbao, donde nos juntamos personas de muy distinta procedencia y escuelas diferentes. Allí estaban también Luis Rallo y Javier Ruiz de Alegría, junto con actores con los que no había trabajado pero que conocía. Me hizo mucha ilusión trabajar con profesionales como Eduard Fernández, Francesc Orella, Marisa Paredes, Rebeca Valls, Aitor Mazo, Iván Hermes o Anna Lizarán. Hacer dos textos de tal envergadura fue un gran reto y se conformó un buen equipo, ya que convivimos mucho tiempo, ensayando y haciendo talleres. En algunas ciudades se representaron las dos el mismo día con un tiempo de descanso, como en Madrid, Sevilla Barcelona o cuando fuimos a Colombia. Siempre lo recordaré con mucho cariño y mucho amor.
A.R.S.: Tengo entendido que el montaje de Los últimos días de Judas Iscariote fue muy especial…
A.B.: Ahí interpreté a uno de los personajes a los que tengo más cariño. Fue un proyecto que nació desde cero también. El texto lo descubrí durante un viaje a Nueva York y trabajé en la traducción. Se dio la casualidad de que en Madrid ya se había montado en la Escuela de Adan Black pero no se había mostrado en una sala mayor. El propio Adan Black la dirigió y trabajé con Luis Rallo, Inma Cuevas, Esther Ortega, Eleazar Ortiz o Israel Frías. Conformamos un buen equipo y el montaje fue creciendo poco a poco hasta llegar a representarla en el Teatro Español y nos hubiese encantado sacarlo de gira. Fue un montaje con mucha fuerza y al público le gustó mucho.
A.R.S.: No puedo dejar de hablar de su carrera teatral sin hacer mención a su trabajo a las órdenes de otro maestro, Miguel Narros…
A.B.: Fue en La dama no es para la hoguera de Christopher Fry. Narros fue a la vez maestro de José Carlos Plaza. Son dos estilos distintos pero te llevan al mismo sitio. Narros era muy lúdico, trabajando con los actores a través del juego y del disfrute. No puedo decir que haya tenido malas experiencias en el teatro…
A.R.S.: Yo le considero un actor valiente porque embarcarse en obras basadas en novelas como Yo, Claudio, La naranja mecánica, Crimen y castigo o 1984 no lo hace cualquiera, por el peso cultural que tienen tanto en el terreno literario como cinematográfico…
A.B.: Lo que ocurre es que, al no ser textos teatrales de partida, la complicación inicial es saber cómo se arma la función. Las versiones con las que he trabajado eran muy buenas y los personajes ya de por sí trascienden en el tiempo porque tienen mucho peso, caras y variaciones. Algunos tienen un arco estupendo. Son retos como actor pero para eso estamos. Si es fácil, no lo hacemos. En el caso de 1984 era un personaje duro y la historia era dura de por sí.
A.R.S.: Para acabar a la manera tradicional la entrevista ¿me podría describir su estilo a la hora de vestir?
A.B.: Siempre busco la sencillez y la comodidad, aunque intento ir bien vestido a los eventos. Los colores que uso son básicos. Uso mucho las camisetas, las gorras, los vaqueros y los pantalones cortos. No tengo marcas preferidas.
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