Pablo Béjar: «Ha sido un privilegio formar parte de la cuarta promoción de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico»

La vida da muchas vueltas y se puede comenzar a desarrollar un trabajo apasionante sin saber a dónde te llevará. Es el caso del actor sevillano Pablo Béjar. Con una ilusión tremenda por el mundo de la interpretación dio sus primeros pasos dando vida a Leonardo de Bodas de sangre en la Sala Cero de su ciudad natal. Ese montaje le llevó a Cuba y posteriormente dio el salto a Madrid completando allí su formación y representando obras diversas para instituciones como el Centro Dramático Nacional. Hace cuatro años entró en la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico dándole la oportunidad de pisar las tablas del Teatro de la Comedia y ahí comenzó un rápido despegue profesional que le ha llevado a representar obras por toda España e incluso en Latinoamérica. Amante de la palabra se desenvuelve de igual manera tanto en el verso del Siglo de Oro como en obras con un fuerte compromiso social. La Cultura está de Moda le ha entrevistado para recorrer su camino profesional y conocer sus inquietudes como apasionado de la escena y del audiovisual. Pasen y lean.

El actor sevillano Pablo Béjar. Foto: @mantrana

Alejandro Reche Selas: Usted no ha parado trabajar, primero en teatro, y luego en televisión en estos últimos años ¿qué estaba haciendo cuando se canceló todo por el estado de alarma?

Pablo Béjar: Aún no habíamos empezado los ensayos pero estaba todo listo para comenzar a montar El vergonzoso en palacio de Tirso de Molina que iba a formar parte de esta temporada de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) dirigido por Natalia Menéndez. Se iba a estrenar en mayo pero debido al COVID19 se ha decidido programar para la temporada que viene en la que también estaré en el primer espectáculo que dirigirá Lluís Homar en su nueva etapa como director de la CNTC.

A.R.S.: Ahondando en El vergonzoso en palacio se da la circunstancia de que la CNTC ya montó este título en 1989 y ha hecho otros montajes de obras de su autor, Tirso de Molina, como La venganza de Tamar, Don Gil de las calzas verdes, o El burlador de Sevilla, que es la obra con la que muchos asocian a este escritor del Siglo de Oro. Todo lo que le digo hace que el montaje en el que usted está involucrado sea para una nueva generación que lo descubra…

P.B.: Sí. Es curioso porque el montaje que dirigió Adolfo Marsillach al que se refiere se estrenó el año en el que yo nací, con lo cual no deja de hacerme pensar en cómo la vida rima. Particularmente es un texto que me encanta, así como el viaje del personaje al que yo interpreto, Mireno. Es de las grandes obras de Tirso de Molina pero sí es cierto que la gente lo asocia a El burlador de Sevilla por el mito de Don Juan. Pero yo recuerdo haber estudiado El vergonzoso en palacio en la escuela. Para mí el que no se haya representado mucho es un aliciente para afrontarlo con más ganas y que el público lo vea. Estoy lleno de ilusión.

A.R.S.: Otro aliciente supongo que será que le dirija Natalia Menéndez, una mujer que destila teatro por todos los poros de su piel…

P.B.: Totalmente. Viene de una familia vinculada al teatro y es una mujer muy comprometida con lo que hace. Además me gusta que haga montajes muy diferentes.

A.R.S.: Usted lleva una carrera meteórica desde que entró en la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico ¿qué balance general hace de esos inicios que han tenido continuidad después?

P.B.: Para mí ha sido un privilegio formar parte de la cuarta promoción de esa iniciativa. Ha sido un espacio de reflexión, formación, retos, uno va haciendo carrera conforme pasan los años y te vas forjando poco a poco. Es un proyecto que despierta entusiasmo. Es una forma de hacer cantera y de preparar a las nuevas generaciones en la visión de los clásicos. Considero fundamental la entrega y la pasión, de entre otros grandes profesionales, del maestro Vicente Fuentes, del que he aprendido el amor por los versos y la importancia de la palabra. Además he apreciado el respeto por la palabra de todos los autores y que todo lo que ocurre está en el texto. Hay muchos códigos y matices en el texto que se van sacando conforme se repiten las lecturas. Luego está por supuesto la propuesta o lectura de la obra que haga el autor de la versión y el director. Respeto mucho el texto, que es la base de las propuestas, de ahí que pueda modernizarse, porque los versos son modernos de por sí e incluso los estudiantes de instituto han visto cercanos a ellos a personajes de esta época de nuestra literatura dramática. Por último destaco la manera en que se trabaja la manera de decir el verso para que llegue limpiamente al espectador. Se hace un gran trabajo para que la emoción surja en la palabra sin que cueste trabajo y que llegue al alma.

A.R.S.: Esa etapa comienza con La villana de Getafe de Lope de Vega pero al año siguiente le dan el personaje de Frondoso en Fuente Ovejuna ¿qué sintió al recibir esta noticia?

P.B.: La verdad es que no me lo esperaba. Todo fue gracias a la CNTC y al director del montaje, Javier Hernández-Simón, que confiaron en mí para encarnar a ese personaje. Supuso para mí una gran ilusión, ya que soy un amante de los clásicos. Concretamente este montaje destacó por ser un muy coral desde el inicio, trabajando con cada actor, y compañeros que tenían menos texto cobraban mucho valor porque no hay personaje pequeño sino actores que los hacen grandes. Se creó un espectáculo muy personal, cuya versión fue de Alberto Conejero, muy reivindicativo, hablando sobre el pueblo pero no de la manera en que se está acostumbrado a ver. Se suele representar como un pueblo heroico pero se leyó la obra percatándonos de que el pueblo mira para atrás cuando comienzan los abusos hasta que la víctima es la hija del alcalde. En nuestra versión además se montó una plaza del pueblo hermosísima.

Pablo Béjar y Paula Iwasaki en el centro de la imagen en «Fuente Ovejuna»

A.R.S.: Además contaron todos con la sabiduría de Jacobo Dicenta dando vida al Comendador…

P.B.: Sí. En la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico siempre hemos contado con actores veteranos para personajes que, sobre el papel, eran de más edad. En La villana de Getafe contamos con Pepa Pedroche y con Sergio Otegui y en este caso, como dice, con Jacobo Dicenta. Con compañeros con tal experiencia lo primero que haces es beber de toda su sabiduría. Además de los tres recuerdo con mucho cariño las aventuras y las anécdotas que vivimos con las giras de los espectáculos que han hecho. Los tres además conectaban conmigo en el amor a los grandes maestros.

A.R.S.: Tras estos dos montajes, se reduce el grupo de la promoción en vez de entrar una nueva y usted permanece protagonizando tres montajes más ¿no?

P.B.: Así es. Fue un proceso que formó parte del proyecto denominado Jóvenes y Clásicos. Era una forma de continuar tras los dos años de la JCNTC y seguir trabajando mientras se formaba la siguiente promoción. Se le debe agradecer a Helena Pimenta que auspiciase esta iniciativa donde los montajes se representaban en la sala de arriba del Teatro de la Comedia, la Sala Tirso de Molina. Es un espacio que me resulta muy íntimo ya que cobra un encanto especial. Al ir diciendo versos de Lope de Vega o Calderón de la Barca con el público prácticamente al lado es como casi susurrárselos. Es una experiencia estupenda.

A.R.S.: El primer montaje fue La dama boba de Lope de Vega…

P.B.: Efectivamente. En esta ocasión Alfredo Sanzol hizo la versión y dirigió el montaje. Aquí interpreté a Laurencio y Paula Iwasaki encarnaba a Finea. Teníamos escenas como la del pañuelo que eran una preciosidad.

Béjar e Iwasaki en la escena del pañuelo de «La dama boba». Foto:@marcosgpunto

A.R.S.: No cabe duda de que los clásicos siguen teniendo vigencia e inspiran otras obras como, siguiendo con La dama boba, es el caso de Washington Square de Henry James que se adaptó al teatro y luego al cine con el título de La Heredera, donde una mujer que no es agraciada es pretendida por un joven por el dinero que tiene ¿Considera correcta esta conexión?

P.B.: Sí, porque mi personaje, Laurencio, es pobre y un mujeriego e intenta primero enamorar a Nise, encontrándose en academias literarias, un lugar común en la época para conocer gente y componían versos. Laurencio luego ve que la hermana de Nise, Finea, tiene una dote mucho más alta y, por lo tanto, con ella podría vivir mejor. Uno de los aspectos interesantes del montaje es que Finea, a través del amor, desarrolla el entendimiento y la hace sabia, ahondando en la idea de que el amor modifica, lo que la conecta con la teoría neoplatónica del amor. Luego durante el proceso se pacta la visión. En el caso de mi personaje se plantea si realmente Laurencio siente algo por Finea o el motivo es el dinero.

Los clásicos lo son por algo. Tanto Calderón de la Barca como Lope de Vega o Tirso de Molina contaban la realidad social de su época con mucha inteligencia porque no podían jugársela. En los grandes textos hay moralejas y filosofía. Al poner estos textos en pie se demuestra que los clásicos gustan y son actuales, fíjese también en las de William Shakespeare o la mencionada Fuente Ovejuna que habla de un pueblo oprimido. Además tienen el atractivo de la belleza del verso.

A.R.S.: Siguiendo con el recorrido, lo siguiente que protagoniza es Los empeños de una casa, de Sor Juana Inés de la Cruz, por lo que es un texto escrito por una mujer, religiosa y que vivía al otro lado del Atlántico. Serían muchos alicientes para hacerla ¿no?

P.B.: Sor Juana Inés de la Cruz es una escritora maravillosa. Los sonetos que escribió son desgarradores, hablando del amor de una manera que te deja impresionado, me sorprendió muchísimo. Los empeños de una casa está llena de enredos y el personaje que me dieron, Don Pedro, era el que, cuando la leí, me apetecía hacer curiosamente. Da mucho juego por su relación con Castaño, el criado del rival de mi personaje, que además se viste de mujer, concretamente aquella a la que amo y me engaña. Es una locura. Además la estupenda versión de Antonio Álamo que dirigieron Pepa Gamboa y Yayo Cáceres tiene muchas sorpresas y recuerdo la estupenda reacción del público. Se da la circunstancia de que esta obra la montó también la Royal Shakespeare Company y salió un artículo hablando de la autora, de ese montaje y del nuestro. Eso da una idea de la fuerza y de la potencia que tiene Sor Juana Inés de la Cruz. Tenemos todos un gran recuerdo de este montaje por las risas que nos producía constantemente, por los enredos, que son muy divertidos. Además se empatiza con los personajes y se ven todas las situaciones por las que van pasando.

A.R.S.: Por lo que estamos hablando ¿se puede afirmar que las mujeres tienen mucho peso en las tramas? Porque hasta en eso se adelantaron en aquella época…

P.B.: Totalmente cierto. Si se miran objetivamente las obras del Siglo de Oro, hay más personajes masculinos pero las mujeres tienen mucha potencia y muchas de las obras giran en torno a personajes femeninos.

A.R.S.: El Banquete es el tercer montaje que hace y es uno de los más singulares que se han hecho tanto a nivel de dramaturgia como de puesta en escena ¿qué sintió al leerlo?

P.B.: Para mí El Banquete, que dirigieron Helena Pimenta y Catherine Marnas, es una alabanza a la imaginación, a contar historias, en el que el público se sentaba con nosotros en un banquete y bebíamos vino juntos mientras pasábamos por los grandes personajes del teatro europeo. Fue una experiencia estupenda. Siempre digo que es el caramelo final. No ha habido mejor manera de cerrar mi ciclo en la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico. En el caso de El Banquete estaba con dos compañeros más de mi promoción, Jimmy Castro y Aleix Melé junto a tres actores con una impresionante trayectoria: Lola Baldrich, Manuela Velasco y Gonzalo de Castro. Era una propuesta muy interesante porque interactuábamos con el público pero no era teatro participativo. Todo era muy respetuoso con el público. Lo que sí hacíamos era ir con candeleros a llevar a la gente a su asiento, éramos acomodadores, brindábamos y luego comenzaba la magia. Ha sido de las mejores experiencias que he vivido como actor.

Béjar interpretando Hamlet en «El Banquete»

A.R.S.: Curiosamente estos tres montajes de los que hemos hablado los representa en la misma edición del Festival de Almagro de 2018 ¿qué supuso estar allí tanto tiempo?

P.B.: Pues otro regalo que me ha dado esta profesión. Representar obras clásicas en Almagro supone darle mucho más sentido a todo. Estás en un pueblo y te viene a la mente todo lo que has oído de los carros, los trovadores y los juglares. Todo eso se hace realidad de repente allí. Se vive de una manera especial: el campo, la noche, las bicicletas y la gastronomía de la zona, que es maravillosa. También es muy agradable ver a otros compañeros en otro contexto diferente conviviendo. Las tres obras se representaron, por el formato que tenían, en el Patio de Fúcares porque es muy cercano e íntimo con el público.

Béjar con sus compañeros de «El Banquete» en el Festival de Almagro. Foto: @pablobjrc

A.R.S.: Pasemos ahora a sus trabajos en Escritos en la escena del Centro Dramático Nacional, de nuevo tres, que comenzó con Haz clic aquí y que continuó con #Malditos16 ¿qué destacaría de este montaje, con una temática importante para la concienciación de la sociedad?

P.B.: La verdad es que he coincidido con maravillosos grupos de profesionales trabajando y el de #Malditos16 es uno de ellos. Se trabajaba sin tener la sensación de estar trabajando y, cuando eso ocurre, es muy gratificante. La unión entre Quino Falero y Nando López fue estupenda porque ya habían trabajado antes juntos. Al tratar y escribir sobre un tema tan delicado como es el suicidio adolescente se necesita además a unos actores entregados y que hablen desde el corazón desde el principio. El compromiso social en este caso es aún mayor. Tuvimos una gran formación sobre los temas que trata la obra con un proceso muy gratificante. Yo pienso que para funciones como de la que estoy hablando es importante que los directores den amor. Cuando eso ocurre saca mucho más del actor. Esta obra es un buen ejemplo de un teatro social y reivindicativo que es necesario que exista junto con obras de evasión, por supuesto, pero el compromiso social del teatro no puede dejar de existir y por ello es un arte muy vocacional.

Béjar en una escena de «#Malditos16». Foto: @marcogpunto

A.R.S.: Siguiendo con Metálica es una obra que desmonta un poco la visión de las películas de ciencia ficción tipo Blade Runner ¿no?

P.B.: Bueno, depende. Este es un proyecto escrito y dirigido por Iñigo Guardamino. Es una obra que habla de la deshumanización y la carencia social. Tiene una enorme carga de humor negro y también habla de cómo se humaniza a las máquinas y tratamos a las personas como objetos de usar y tirar. Es una realidad muy cruda. Un ejemplo lo tenemos en la actualidad con todo lo que ha conllevado el COVID19. De repente todo se ha mecanizado y todas las conversaciones han sido a través de una pantalla de ordenador y es algo que espanta mucho en el fondo, que muchas veces vamos a un futuro determinados por las circunstancias. Aparte de la sustitución de personas por máquinas que hagan el trabajo también se abarca el tema sexual, porque de repente se han incorporado a la sexualidad objetos que han sustituido el contacto con la piel de otra persona o el sentir los latidos de un corazón. Todo eso te hace plantearte hacia dónde vamos. Tiene escenas fuertes el montaje tanto que el último día un espectador salió durante la representación y luego vimos que había venido una ambulancia porque se había mareado de la impresión.

Béjar con sus compañeros de «Metálica»

A.R.S.: Ya que estamos hablando de obras con temas actuales es inevitable hablar de su periplo con Jauría, donde sustituyó a Raúl Prieto y le llevó a Latinoamérica…

P.B.: Sí, yo fui espectador de la obra en el Teatro Pavón de Madrid y María Hervás me dejó impresionado. Es de mis actrices favoritas. Tiene un talento mayúsculo, vive todo con mucha potencia y se entrega mucho. Fue curioso mi sustitución porque Raúl Prieto, mientras yo hacía El Banquete él hacía en la sala grande El burlador de Sevilla, por lo que no nos podíamos ver actuar el uno al otro. Es un actor al que admiro mucho. Un día recibí una llamada de Miguel del Arco, que para mí fue como un acontecimiento porque soy muy fan de él. Quise siempre trabajar con él y me llegó la oportunidad y además haciendo el papel de Raúl. Jauría es un texto en el hay que guiarse por la partitura por el respeto con el que está escrita. Lo que hacemos con textos como éste es contar la realidad de nuestro tiempo porque no hay olvidar que el caso que trata Jauría ha hecho, desgraciadamente, Historia, pero ha sido impresionante la respuesta del público, con una atención máxima. Lo vivía como actor de una manera muy intensa y luego en los coloquios nos emocionábamos con la complicidad de los espectadores, expresando sus sensaciones al ver la función incluso con personas exponiendo casos particulares, dando testimonios.

Béjar con sus compañeros representando «Jauría» en Montevideo. Foto: @sebaangok

Fue un reto personal y profesional para mí y conecté muy bien con los compañeros de escena y los técnicos. Estrené mi participación en la obra en verano en el Auditorio Nacional Sodre Nelly Goitiño de Montevideo para el Festival FIDAE. La reacción del público fue impresionante. Después fuimos al Teatro Melico Salazar de Costa Rica y volvimos a España haciendo gira hasta diciembre pasando por el Teatro Arriaga de Bilbao, el Teatro Gayarre de Pamplona o el Teatro Principal de Mallorca, entre muchos otros.

A.R.S.: Durante su intensa actividad teatral también ha tenido la oportunidad de trabajar en series, de época precisamente, como La catedral del mar, Las chicas del cable o Brigada Costa del Sol, porque la década de los 70 ya es época ¿Cómo fue su trabajo en los rodajes, en un medio diferente como es la televisión?

P.B.: Yo intento prepararme de igual modo un personaje ya sea en teatro o en televisión: al contenido, al mundo emocional y a la construcción del personaje le doy el mismo valor tanto en un sitio como en otro. Lo que sí cambia es el espacio y el código yo debo cambiar el mío también. Es un trabajo muy intuitivo precisamente porque son dos medios muy distintos. En el audiovisual están las cámaras y tienes que tener una técnica específica, saber dónde te tienes que colocar, la existencia de las marcas. A medida que vas rodando más te vas desenvolviendo mejor. Todo tiene su técnica porque en el teatro tienes que saber en qué foco te estás poniendo y el cuerpo se maneja de otra manera. En cada espacio hay una técnica pero para hacerla arte no ha de notarse, aunque lógicamente debes tenerla interiorizada. Cuando una cámara te hace un primer plano el contenido emocional en la mirada hay que saber transmitirlo y en un plano general se actúa de otra manera. Es un lenguaje muy técnico, además de tu propia preparación. La técnica no es nada fría, tiene que tener potencia y alma para que todo fluya.

A.R.S.: En Brigada Costa del Sol si no conté mal, había cinco directores con una larga trayectoria televisiva. Eso supongo que ayuda a la hora de trabajar…

P.B.: Efectivamente, son personas con una trayectoria fenomenal y yo estoy muy contento con los que he trabajado. Me he sentido muy a gusto. Aman mucho la profesión estaban muy a favor del proyecto y muy involucrados con la historia que estaban contando. Mi personaje, El Chino, está criado en los barrios de la Carihuela. Tiene un componente salvaje pero también un corazón enorme. Es un romántico de la calle que se va convirtiendo poco a poco en traficante que le llevará a conocer a personas muy especiales en su vida, como es la relación de confidencia con el personaje que interpreta Hugo Silva. Dar vida a El Chino me ha hecho muy feliz porque está lleno de luz y me percaté de los regalos que este oficio te da. He conocido a compañeros maravillosos como por ejemplo, Marco Cáceres, con el que tenía una relación como de hermano en la serie, con una gran complicidad. Teníamos el personaje tan interiorizado que no nos los podíamos sacar. Hay un nivel de honestidad en lo que se cuenta y eso se ve. Había una conexión muy bonita con mi compañero, contándose en la serie una historia de amistad muy concreta, que va marcada por la época, en este caso los años setenta del siglo pasado.

Béjar como El Chino en «Brigada Costa del Sol» Foto: @fernandoemefilms

A.R.S.: Para finalizar me gustaría que me definiera su estilo de vestir tanto en su vida diaria como cuando va a eventos

P.B.: En mi vida diaria me dejo guiar por la intuición a la hora de escoger lo que me pongo, dependiendo de donde vaya también. Me pongo finalmente aquello con lo que me siento cómodo, suelo ir de forma casual generalmente, de vez en cuando voy de sport pero no suelo repetir mucho ese estilo. Lo llevo generalmente para cuando me voy a estar en forma. Me gusta mucho la marca Levis, sobre todo los vaqueros y las camisas de cuadros. Para eventos depende del mismo. Suelo usar poco los trajes de chaqueta. Prefiero ir elegante con otro tipo de estilo, porque la chaqueta es estupenda y está siempre ahí, pero de repente ves algún a compañero hacer unas combinaciones muy originales, como una chaqueta con pañuelo en vez de corbata por ejemplo y me gusta mucho combinar. Me gusta dar mi toque personal.