Carolina Rubio: «El humor es la clave para tratar temas que a la gente no les gusta comentar»

Transitar por varios estados emocionales y estilos es una de las capacidades que tienen los actores. La joven actriz Carolina Rubio es un buen ejemplo de ello. Malagueña, concretamente nacida en Antequera, y antes conocida como Carolina Herrera, se formó en el Laboratorio William Layton y ha actuado ya en el Teatro de la Comedia, el Teatro Español o en el Teatro Valle-Inclán a través del Centro Dramático Nacional e incluso en La Casa de la Portera. Lo mismo hace una obra irreverente protagonizada por monjas que participa en propuestas de las más diversas de obras del Siglo de Oro. La Cultura está de Moda ha conversado con ella para que contase su participación en una película que actualmente está agradando al público, su próximo proyecto teatral y su trayectoria profesional sobre las tablas y en el sector audiovisual. Pasen y lean las palabras de una actriz que combina su dulzura exterior con su potencia interpretativa.

Foto: @luciaalonsoherranzphotography

Alejandro Reche Selas: Usted es una de las protagonistas de Mi gran despedida una película está teniendo una buena aceptación por parte del público en su exhibición en los cines ¿Qué nos puede contar de ella?

Carolina Rubio: Es una película que rodé en Cádiz hace un año y es mi último trabajo en el que salgo acreditada como Carolina Herrera. Es una historia de mujeres andaluzas dirigida por Antonio Alamo y Antonio Hens y comparto cartel con Rocío Marín, Eloína Marcos y Carmen Vique. Como anécdota llevo el pelo rosa en la película y la presentamos en el Festival de Málaga que acaba de finalizar.

A.R.S.: En el terreno teatral el 15 de octubre se representará Mujercitas en el Teatro Español, una obra en la que usted participa y que se vio aplazada por el confinamiento ¿Qué nos puede contar de este montaje basado en una popular novela y que ha conocido cuatro versiones cinematográficas muy bien consideradas, la última estrenada el año pasado?

C.R.: Es una obra que va a ser de las más significativas de mi carrera porque amo Mujercitas. Leí la novela cuando era pequeña y la estoy refrescando un poco en mi cabeza. Sin embargo no va a ser la historia de la novela tal cual porque de hecho el título de este montaje teatral se completa con la frase En palabas de Jo. Se puede decir que la historia es una excusa para contar la vida de la autora, Louisa May Alcott. De hecho el personaje de la escritora está incluido en el montaje. Es una adaptación libre porque los espectadores verán el proceso de escritura de Mujercitas a la vez que cuenta la historia de la novela. Lo de mencionar a Jo es porque la autora se identifica con ese personaje de su creación, es su alter ego. Y con respecto a la ambientación el vestuario es de época. Aclaro que la gente que venga a ver el montaje no verá la película como tal. La historia sí está contada pero presenciará algo diferente.

A.R.S.: Además se reúne un reparto muy potente…

C.R.: Sí, y se dio la circunstancia de que llevando una semana de ensayos cerraron los teatros en marzo por la pandemia y recuerdo que nos abrazábamos todas llorando. Éramos ya los personajes. Fue algo muy significativo porque los personajes están mucho tiempo encerrados en sus casas, apenas salen y nosotras estuvimos encerradas por el confinamiento. Durante este tiempo hemos estado hablando por Zoom y repasando el texto de la obra, para sentirnos conectadas.

A.R.S.: ¿Me puede especificar qué personaje hace usted en la obra?

C.R.: Yo interpreto a Beth, la que toca el piano de las cuatro hermanas.

A.R.S.: Que no es la pequeña, un error que yo tuve sobre todo por la versión de Elizabeth Taylor y que la de Winona Ryder ya me aclaró…

C.R.: Así es, la pequeña es Amy. Hay un poco de confusión y efectivamente a veces se piensa que la pequeña es Beth y no es así. En la novela está claro desde el principio.

A.R.S.: La historia de Mujercitas tiene un fuerte componente feminista ¿se ha potenciado este factor en el montaje, así como la mezcla de drama y comedia que contiene?

C.R.: Pues realmente no ha habido un planteamiento previo de enmarcarlo en un género concreto. Los momentos dramáticos y cómicos se muestran conforme avanza el montaje. Con respecto al tema del feminismo no hemos hablado del tema como tal. Sí es cierto que, al trabajar escenas de la obra, vimos que había varias con reivindicaciones feministas muy evidentes por parte de la autora, por ello se manifiestan pero no incidiendo mucho ni de una manera panfletaria entre comillas. Todo se aborda y surge de una manera natural.

A.R.S.: ¿Qué destacaría del trabajo de la directora del montaje, Pepa Gamboa?

C.R.: Aunque, como mencioné, sólo hemos podido ensayar una semana, estoy muy agradecida por todo lo que Pepa propone, ya que es desde la libertad y del juego, lo cual favorece a la obra porque interpretamos a niñas que están en su casa. Trabajar desde esa perspectiva es muy bueno porque podemos jugar de verdad y probar cosas, y Pepa ha potenciado todo eso.

A.R.S.: Curiosamente esta obra va a ser la segunda que va a representar en el Teatro Español, ya que antes hizo allí también Donde el bosque se espesa hace dos años dirigida por Laila Ripoll, una directora muy comprometida con cada montaje que hace y con compañeras de la talla de Mélida Molina o Arantxa Aranguren…

C.R.: Mélida Molina se ha convertido en una de mis mejores amigas. Hemos compartido muchas cosas ya que también hicimos gira y además grabamos un documental sobre la obra, por lo que abarcó varios años, desde 2016 hasta 2019. Todo ello ha propiciado que se crease una familia porque trabajar con Laila es de lo más fácil que he hecho. Cuando comenzamos los ensayos reconozco que yo estaba muy nerviosa. Un día me dije: “Pero si la obra ya está montada». Era una sensación de haber trabajado mucho pero sin esfuerzo ni sufrimiento. El proceso se enfocó desde probar cosas, el disfrute y la tranquilidad.

A.R.S.: La descripción del proceso cobra especial relevancia debido al gran drama que contaba la obra…

C.R.: Sí. Era una obra muy dramática y dura. Acababa cada función destrozada emocionalmente, como cuando lloras mucho y te duele el corazón. Esa era mi sensación cada día. Laila trata mucho la Memoria Histórica y hablaba mucho de la Guerra de Yugoslavia. Ese contexto lo trasladaba a España tratando las vidas de los miembros de una familia que vienen a España, donde descubren sus verdaderas raíces. Se contaba un viaje por toda Europa por parte del personaje de “mi madre” que interpretaba Arantxa Aranguren y del mío.

Carolina Rubio con Arantxa Aranguren en «Donde el bosque se espesa». Foto: @javier_naval_stage_photo

Además yo tenía una obra que transcurría en una fosa común, y yo recuerdo que Laila y Mariano Llorente nos llevaron a presenciar una exhumación real y fue una experiencia inolvidable, y me comprometí mucho con la obra a nivel personal y emocional. Fue un proceso que fue cambiando en mí: comenzó como una obra en la que, como hago siempre, me intereso por los temas que se tratan y al final me tocó personalmente. Me permitieron entrar en una fosa pero no lo hice.

A.R.S.: Si hablamos de teatro no se puede dejar de mencionar su etapa en la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, de la que formó parte de la cuarta promoción…

C.R.: Sí además se dio la circunstancia de que Laila Ripoll es la persona que me hizo las pruebas para entrar y ese fue el motivo por el que me escogió para hacer Donde el bosque se espesa. A los ocho meses de entrar en la cuarta promoción me llamó para su montaje. Yo le tengo mucho que agradecer a la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico porque me abrió muchas puertas. Es  un pilar muy importante de mi carrera y de lo que estoy muy orgullosa porque es un trabajo muy laborioso el que allí se hace. De hecho mi vinculación continúa porque voy a estar en el montaje que va a dirigir Lluís Homar en su nueva etapa.

A.R.S.: Ahondando en esa etapa, tengo entendido que la promoción se divide y mientras una parte hacía La villana de Getafe de Lope de Vega usted se embarca en un proyecto educativo y en una obra de teatro inédita…

C.R.: Así fue. Yo entré e hice Préstame tus palabras, una de las experiencias más gratificantes que he vivido. Era una iniciativa pedagógica en la que íbamos a institutos de toda España para acercar el teatro clásico a las aulas. Era curioso porque los estudiantes nos miraban de manera rara al principio y, a medida que íbamos avanzando, se inclinaban cada vez más en las sillas y nos hacían muchas preguntas, con lo cual demostraban tener mucho interés por lo que habían presenciado. Me sentí muy útil acercándoles nuestros autores del Siglo de Oro a jóvenes que no tenían mucha diferencia de edad conmigo. Fue una manera de proporcionarles una herramienta que les fuese de provecho. Esta experiencia la hicimos tres años seguidos durante el mes de noviembre.

A.R.S.: Y luego llegó Pedro de Urdemalas de Cervantes…

C.R.: Exacto. Fue curioso porque inicialmente iba a ser una lectura dramatizada dirigida por Denis Rafter pero nos animamos y se disparó tanto la imaginación que Helena Pimenta decidió hacer un montaje teatral, que fue el que inauguró la Sala Tirso de Molina del Teatro de la Comedia. Es una obra complicada de poner en pie, pero nos lo pasamos muy bien. Cuando la leí vi la dificultad que tenía pero me enamoré de la propuesta que salió bien e hicimos temporada en Madrid y fuimos al Corral de Comedias de Almagro con ella.

A.R.S.: ¿Cómo fue la experiencia de trabajar una obra del Siglo de Oro con un director, Denis Rafter, que no es español?

C.R.: El proceso fue curioso porque él es irlandés y tenía una visión muy diferente de la obra a la que podíamos tener mis compañeros y yo. Para él todo valía. Tenía un punto de vista muy divertido. Resultó ser una locura de montaje que no tenía que ver con lo que es el concepto del Siglo de Oro generalizado. Además, como era un texto que no se había montado nunca, todo era una novedad para los que la hacíamos y para los espectadores, que se lo pasaban muy bien.

Con sus compañeros en «Pedro de Urdemalas»

A.R.S.: Su siguiente proyecto es Fuente Ovejuna, que supone ya el trabajo de la cuarta promoción de la JCNTC al completo…

C.R.: Así fue. Nos juntamos todos. Ese montaje lo combiné con los ensayos de Donde el bosque se espesa. Además, como anécdota, tenía lesionada la rodilla, aguanté hasta que acabó todo y luego ya me operaron.

 A.R.S.: ¿Qué supuso hacer una obra tan colectiva?

C.R.: El director de la obra, Javier Hernandez-Simón, se encargó de que todos nos sintiésemos parte del pueblo. Yo hacía de campesina y le puse un nombre, Margarita. Javier formó el pueblo y estábamos todos en escena de una manera activa independientemente de la cantidad de texto que tuviésemos.

Era una sensación maravillosa porque te sentías espectador de tu propia obra. Como parte del pueblo tenías que estar muchas veces escuchando, que es lo más difícil de hacer en el escenario.

A.R.S.: Luego se produce una reducción del grupo de su promoción y este hace los montajes de La dama boba y Los empeños de una casa, en los que usted actúa…

C.R.: Sí, pero yo no estoy inicialmente, porque estaba grabando el documental de la obra de Laila Ripoll que le comenté. Lo que ocurre es que ambos títulos se repusieron más tarde y yo sustituí a una compañera en los dos. Volví a la Sala Tirso de Molina, que me encanta, con dos grandes textos porque, para empezar, La dama boba es mi obra favorita e hice el personaje de Clara.

A.R.S.: Ese montaje era una versión moderna de la obra de Lope de Vega pero dejaba constancia de la actualidad que tenía un texto escrito varios siglos atrás…

C.R.: Totalmente. Habla del amor, de los celos, del querer bien y es muy actual. Hacer una obra del Teatro Clásico vestida de Zara y hablando de tú a tú fue la evidencia de que los textos pueden modernizarse. Los versos le dan a la obra un lenguaje elevado pero no tenemos la obligación de hablar en ese tono. La forma en que decidió llevar el montaje Alfredo Sanzol fue la evidencia de los clásicos son actuales. En ese sentido ese montaje fue muy revelador y muy evidente.

A.R.S.: Pasando a Los empeños de una casa de Sor Juana Inés de la Cruz que dirigieron Pepa Gamboa y Yayo Cáceres tengo entendido que fue un montaje muy divertido por la cantidad de enredos que hay en la obra…

C.R.: Nos reíamos todo el tiempo tanto en escena como cuando no estábamos en ella. Me hubiese encantado hacer la función detrás porque era todo muy divertido.

A.R.S.: Y representar obras de teatro en el Festival de Almagro ¿qué supone para usted?

C.R.: Pues para mí un verano sin Almagro es un verano raro. Yo lo considero ya una costumbre porque me encanta ir allí. Me siento afortunada de haber ido varios años seguidos. Es como ir a un encuentro, estar con gente, ir a tomarte algo, el ambiente, en el que se respira teatro. El lugar es sano, hermoso, con mucha historia. Ir al Festival de Almagro es como un ritual y una oportunidad para los actores.

A.R.S.: Para hilar, uno de sus compañeros de promoción Jimmy Castro compartió escenario con usted en La Ola que representó en el Centro Dramático Nacional ¿Cómo fue trabajar una en una obra con un tema tan particular basado en hechos reales del que además se hizo una película?

C.R.: Fue muy especial. Efectvamente, trabajé con Jimmy y ambos nos presentamos para las pruebas de la JCNTC juntos e hicimos juntos los dos primeros proyectos. La Ola trata un tema duro que, como dice se basa en hechos reales: un experimento que se llevó a cabo en Estados Unidos y tuvimos la oportunidad de conocer a un alumno que lo vivió en primera persona. Además hablamos por Skype con el profesor que lo realizó y el director del montaje, Marc Montserrat Drukker, viajó allí, al propio colegio y la escenografía reproducía muy fielmente el lugar real. Había mucha documentación e Ignacio García May hizo una dramaturgia donde se reflejaban a personas que vivieron el experimento el cual destacó porque a los responsables se les fue de las manos. Desde fuera se suele pensar algo que los propios alumnos se plantean al inicio de la obra : ¿Cómo dejaron los alemanes que esto sucediese?, pero cuando avanzaba la obra mi personaje, por ejemplo, que se llamaba Wendy, entraba muy bien en la Tercera Ola pero a mí se me ponían los pelos de punta y se me removía algo en el interior cuando se gritaban varias consignas.

A.R.S.: La obra tiene una parte caótica ¿estaba todo medido?

C.R.: Sí, totalmente medido. Era una partitura que se tocaba perfectamente en todas las funciones. Marc es un director muy preciso. Sabe lo que quiere. Era una obra muy coreográfica en el sentido del nivel de precisión, ya que había muchos movimientos, saludos. La obra comenzaba con el típico caos de una clase de instituto para luego pasar a la precisión dictatorial y la inteligencia. Todos hacíamos los movimientos a la vez y eso estaba muy calculado y esa precisión se llegaba a disfrutar. Era muy heavy vivirlo desde dentro.

Un momento de «La Ola». Foto: @davidruano_fotografia

A.R.S.: Una obra que no se puede calificar de heavy pero sí transgresora fue Cerda, en la que usted sustituía a Inma Cuevas ¿Qué supuso para usted este montaje tan particular en el buen sentido?

C.R.: Fue una obra divertidísima. Para mí hacerla fue un regalo que me dio la vida porque yo estaba haciendo Nápoles Millonaria, la obra de final de carrera de mi escuela que es el Laboratorio Wlliam Layton y fui a verla a La Casa de la Portera. Me enamoré de la obra. Le escribí a su director, Juan Mairena y le dije: “Me ha encantado, si algún día escribes Burra llámame”. A los pocos meses me llamó y me dijo: “No te llamo para hacer Burra pero sí Cerda”. Curiosamente yo estaba en ese momento en Los Angeles haciendo la obra de final de carrera que he mencionado y regresé para hacer Cerda y el casting de La Ola, donde precisamente hice un monólogo de Cerda, ya que en la primera prueba te pedían un monólogo cómico y otro dramático, y ya en la segunda fase hacías escenas de la propia obra. Aún le sigo diciendo a Juan Mairena que volvamos a hacerla, ya que ahora la gente quiere reírse con todo lo que está pasando con el coronavirus. Nos reíamos constantemente además de sentir las energías de La Casa de la Portera.

A.R.S.: Por lo que cuenta a usted no le importa hacer obras que rompan tabúes y sean transgresoras…

C.R.: A mí me encanta hacer obras transgresoras. No tengo problemas en hablar de ningún tema y poner a la gente colorada. El humor es la clave para tratar temas que generalmente a la gente no les gusta comentarlos. Normalmente ocurre que esas personas se ríen y cuando salen se dan cuenta de lo que se han reído. Para mí eso es señal de que lo estamos haciendo bien. Con esta obra era muy claro porque a veces venían personas muy conservadoras, se reían y luego caían en la cuenta y yo les decía a veces: “Pues esto es la vida”

 A.R.S.: ¿Qué importancia tiene para usted el vestuario?

C.R.: Lo considero muy importante pero, sobre todo, los zapatos. Siempre digo que me los den cuanto antes ya que la manera de andar del personaje es esencial. Si el zapato es totalmente nuevo, o si está algo usado me es de mucha ayuda. El vestuario de La Ola me encantó porque lo recuerdo como la primera vez que tuve un gran vestuario, y además me hizo sentir en el ambiente del colegio de Estados Unidos en el que transcurre la historia. También el vestuario de Cerda me ayudó mucho e ir vestida de monja me encantó. En las obras clásicas me gustan mucho las enaguas, y cuando te las pones una vez ya te haces una idea de qué es llevarlas para próximas ocasiones. Pero admito que cuando me ponen unos vaqueros de Zara, como fue el caso de La dama boba, yo alucino. En Pedro de Urdemalas, donde interpretaba a una reina, llevaba un traje de plumas que empezaba desde el cuello y terminaba en una larga cola que pesaba bastante pero me dio todo para el personaje. Y trabajo mucho con los olores.

A.R.S.: Usted ha participado en uno de los grandes taquillazos de la temporada pasada, Lo dejo cuando quiera, un éxito que considero que cogió por sorpresa a todos, por la magnitud de la recaudación…

C.R.: Yo tengo dos escenas en esa película pero pedí leer el guión entero y me reí mucho pero cuando la vi fue desternillante. Es una película muy divertida y yo me lo pasé genial en el rodaje, porque el ambiente ya era de comedia. Yo creo que, cuando ruedas una comedia pasártelo bien es fundamental y ayuda mucho a que el trabajo salga adelante.

A.R.S: Usted participó en varios capítulos de la serie El secreto de Puente Viejo ¿Cómo fue la experiencia, con una trama humorística, además?

C.R.: Era lo primero que hice en televisión y recibí la propuesta con mucha alegría y recuerdo que acababa el día agotada ya que se rodaba de una forma muy seguida. Debía de concentrarme mucho para asimilar todo muy rápido. Lo considero un máster. Agradecí mucho que la trama fuese cómica porque es más distendida a la hora de trabajar. Fue entrar por la puerta grande y se desprendía mucha adrenalina porque había que resolver al instante.

A.R.S.: A usted le está dando muchas alegrías el cortometraje Radiografía en la que actúa, escribe el guión y codirige…

C.R.: Sí. Estoy muy contenta. Me nominaron en el NotodoFilmFest a la mejor dirección y la mejor actrizy hemos estado en el Festival de Comedia de Tarazona. Este cortometraje lo hice en una época en la que estaba sin trabajo y yo no puedo permanecer parada. Me encanta escribir y mi gran amiga Marina Campos me animó a ponerme a ello y al mes ya lo estábamos rodando. Lo considero mi “primer bebé”.

A.R.S.: ¿De dónde surge su decisión de estar tanto delante como detrás de las cámaras?

C.R.: Mi instinto para escribir y dirigir nace de mi necesidad de actuar. Escribo porque me gusta y lo hago pensando en la gente con quien quiero trabajar, pero esas dos facetas las hago porque quiero interpretar un personaje.

A.R.S.: Entonces no descarta seguir dirigiendo y escribiendo por lo que dice…

C.R.: Para nada. De hecho, mientras estudiaba en el Laboratorio William Layton, ya hice una obra titulada Pena, penita pena, para Microteatro por dinero y fue considerada una de las mejores obras de la temporada para abrir la siguiente. Como el Microteatro se hacía mucho y no me llamaba nadie decidí escribir yo una obra. Es la necesidad de querer estar donde quiero y, si nadie me lleva, me llevo yo misma.

A.R.S.: Para acabar ¿me describiría su manera de vestir tanto en su vida diaria como en eventos?

C.R.: Suelo llevar riñoneras, convers y lazos en el pelo. Va siempre conmigo y cuando voy a un evento y tengo que arreglarme lo paso un poco mal, de hecho he estado en el Festival de Málaga como he dicho antes y yo estaba un mes pensando qué iba a ponerme. Suelo dejarme aconsejar, pero me gusta ir sencilla, nada recargada, sin tacones enormes, ni vestidos que marquen mucho la silueta. Me gustan los colores neutros y evito los estampados.

La actriz en el Festival de Málaga. Vestido: @arantxa_canadas de @tullerouge